Saturday, May 28, 2005

El gigante olvidado

Javier Treviño Cantú
El Norte
26 de mayo de 2005

Después de atravesar por su propia "década perdida", Japón nuevamente está dando muestras de una recuperación que, si bien no es espectacular, parece tener bases firmes. Gracias a diversas iniciativas públicas de largo alcance, a la flexibilidad de sus grandes corporaciones multinacionales y, lo más importante de todo, al legendario compromiso con la calidad que distingue a sus compañías, Japón está demostrando que sigue siendo uno de los principales actores en el escenario de la competitividad global.

Durante la década de los 80, y hasta principios de los 90, Japón se convirtió en el modelo a seguir. La capacidad para recuperarse después de la Segunda Guerra Mundial convirtió a la economía japonesa en una historia de éxito. Japón desarrolló una sólida planta industrial, primero copiando otros modelos y luego ubicándose a la vanguardia de la investigación y el desarrollo en los sectores de alta tecnología.

Librerías de todo el mundo se llenaron de obras sobre el Sistema Empresarial Japonés. Muchas compañías occidentales mandaron a sus altos ejecutivos a tomar cursos intensivos de japonés. Restaurantes de tepanyaki y barras de sushi aparecieron en todo el mundo. Películas de afamados directores como Akira Kurosawa, programas de caricaturas y populares revistas, conocidas en ese país asiático como "manga", complementaron su poderío económico con un influyente "poder suave" cultural.

El éxito condujo a excesos. Los mercados de bienes raíces en Japón, Estados Unidos y Europa se inflaron porque los japoneses pagaban precios exorbitantes. En el momento de mayor auge, se llegó a calcular que el terreno donde se ubica el Palacio Imperial en Tokio valía más que todo el estado de California. El hilo se rompió por lo más delgado. Debido al complejo entramado corporativo japonés y a la falta de un marco regulatorio y de supervisión eficaz, la "burbuja" estalló en 1991, cuando el sistema financiero ya no pudo hacer frente a una monumental cartera vencida.

Para Japón, los años 90 y el inicio del nuevo siglo se convirtieron en una "década perdida". Los consumidores japoneses, preocupados por una inseguridad laboral hasta entonces desconocida y el envejecimiento progresivo de la sociedad, dejaron de gastar. Esto acabó por conducir a un fenómeno opuesto a la inflación, pero igual o más dañino: la deflación, o la caída sistemática de los precios. El crecimiento y la desaceleración económica se alternaron constantemente. La economía japonesa se volvió demasiado dependiente de las exportaciones y la inversión pública. Las incipientes recuperaciones que se registraron en 1997, o el 2000, fueron frenadas por políticas fiscales y monetarias demasiado restrictivas.

Pero no todo se perdió para Japón durante los últimos años. El gobierno, las empresas y las organizaciones japonesas han llevado a cabo una serie de reformas que están empezando a rendir frutos. En el número más reciente de la revista Foreign Affairs, Thomas Bleha describe la forma en la que Japón ha tomado la delantera para aprovechar los beneficios de la era de la conectividad a internet de banda ancha: crecimiento económico, elevada productividad, innovación tecnológica y calidad de vida.

En el 2000, el gobierno japonés creó el Consejo para una Estrategia de Tecnología de la Información, encabezado por Nobuyuki Idei, el Presidente de Sony. Con base en un nuevo y muy competitivo régimen de telecomunicaciones, en menos de cinco años el Consejo alcanzó su meta principal: 80 por ciento de los hogares japoneses tienen acceso a internet de banda ancha a una tarifa accesible, equivalente a menos de 300 pesos al mes en promedio. Japón también se ha puesto al frente en el uso de la telefonía móvil de amplio espectro. El 60 por ciento de su población utiliza teléfonos de tercera y, próximamente, cuarta generación, desde los cuales se puede tener acceso a toda la red global de comunicaciones en tiempo real.

Por su parte, muchas de las grandes corporaciones japonesas han logrado incrementar su competitividad al realizar ajustes profundos a sus estrategias de crecimiento global. Un claro ejemplo es Toyota: hasta la crisis que se desató en Asia en 1997, ensamblaba sus vehículos en distintos mercados alrededor del mundo, pero seguía produciendo prácticamente todos los motores, transmisiones y componentes claves en Japón.

Debido al incremento prohibitivo de los costos, ahora también los produce en países como la India, Argentina, Sudáfrica y México. Hasta la fecha, la nueva estrategia parece estar dándole resultado: a finales de 2004, Toyota contaba con un 12 por ciento del mercado automotriz global total, y su meta es elevar esta cifra a 15 por ciento para el 2010. La clave, por supuesto, estará en que logre mantener su famosa calidad y confiabilidad.

Como comenta un artículo reciente en el Financial Times, la calidad es lo que permite a las empresas manufactureras que siguen produciendo en Japón ser competitivas, a pesar de que los trabajadores japoneses ganen 20 o más veces que los empleados en China. Como los de Takenaka Manufacturing, que tiene un predominio absoluto en el mercado mundial de los tornillos de unos cinco metros utilizados en la industria nuclear, por la sencilla razón de que son los mejores. Llevan un registro exacto de la fecha y temperatura en que se produjo cada uno de ellos.

La historia se repite en muchos otros sectores, desde los aparatos de precisión para fabricar chips, hasta los nuevos materiales para la industria textil y aeroespacial. Incluso los bancos están recuperándose. Esta semana, el Mizuho Financial Group, uno de los grupos financieros más importantes de Japón, anunció que sus ganancias crecieron 54 por ciento, y que su cartera vencida se redujo a 2.12 por ciento del total, menos de la mitad en comparación con el año anterior.

Todo esto se está reflejando en un crecimiento más alto y en una mayor fortaleza interna de la economía japonesa. El año pasado, su PIB creció 2.68 por ciento, la tasa más alta en mucho tiempo, aunque para este año la OCDE acaba de reducir su expectativa de crecimiento de 2.1 a 1.5 por ciento. Japón aún enfrenta muchos retos estructurales, pero por algo sigue siendo la segunda economía del mundo.

Ahora que acaba de entrar en vigor el nuevo Tratado de Libre Comercio entre México y Japón, debemos hacer un esfuerzo por conocerlo mejor, y entender que, para ser más competitivos, el gobierno, las empresas y la sociedad tenemos que estar dispuestos a cambiar y a asumir un compromiso inquebrantable con la calidad. No hay otro camino.

Regreso al futuro

Javier Treviño Cantú
El Norte
12 de mayo de 2005

La nostalgia puede ser una mala consejera. Cuando se idealiza el pasado, las fallas y las antiguas limitaciones son olvidadas. En su lugar, únicamente queda el recuerdo de los "grandes logros", de los "avances incuestionables" y del "prestigio ganado". Ante el olvido colectivo, pensar el futuro como un regreso al pasado se puede volver un espejismo tan real como inalcanzable.

En muchos sentidos, eso parece ser lo que está ocurriendo hoy en Rusia. El lunes pasado, las imágenes del desfile conmemorativo por el 60 aniversario de la victoria sobre la Alemania de Hitler fueron impactantes. Filas y filas de soldados rusos marchando con uniformes de la época. Millones de sus compatriotas viéndolos en la Plaza Roja, o por televisión, añorando la época en la que derrotaron al odiado enemigo histórico.

Por su parte, los mandatarios de los antiguos países aliados que fueron invitados al festejo no logran ponerse de acuerdo aún en la mejor forma de tratar a este país en transición. El Presidente de Estados Unidos felicitó a su amigo, el Presidente Vladimir Putin, y acto seguido viajó a la República de Georgia para mandarle el mensaje inequívoco de que Rusia debe respetar la soberanía de los países que pertenecieron a la hoy extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

Los países de la "vieja Europa", como los llamó el Secretario de Defensa estadounidense, Donald Rumsfeld, quieren un mayor acercamiento con el gigante euro-asiático. Alemania depende en gran medida de los recursos energéticos rusos. Francia parece tener la intención de fortalecer su relación como un medio para equilibrar el peso primordial de Estados Unidos en el tablero global.

China también necesita el petróleo y gas rusos, así como una cooperación militar que le permita mantener operativos los equipos y sistemas que compraron a su vecino durante largas décadas. Pero la vieja rivalidad ideológica entre los dos ahora se está trasladando al terreno igualmente duro de la competencia económica.

Sin embargo, todos coinciden en algo: Rusia sigue siendo una nación clave en el juego de la geopolítica mundial. Su gran dimensión territorial y los extraordinarios recursos naturales con los que cuenta la hacen una fuente indispensable de materias primas para el resto del mundo. Su larga experiencia en la industria militar la convierte en una fuente alternativa muy valiosa para los países que requieran equipo bélico y que no lo pueden obtener de Estados Unidos, o de la Unión Europea.

Sobre todo, su amplio arsenal nuclear hace que el resto del mundo deba tomar a Rusia muy en serio. Nadie sabe la cantidad exacta de material nuclear que ha sido robado, contrabandeado, o simplemente extraviado desde la caída de la ex URSS. Pero de acuerdo con cifras del National Intelligence Council de Estados Unidos, las fuerzas armadas rusas pueden lanzar desde sus silos, submarinos y bombarderos unas cuatro mil cabezas nucleares en cualquier momento.

Este hecho le da un significativo peso específico a Rusia en el escenario internacional, y el Presidente Putin lo ha aprovechado para frenar e incluso revertir las reformas tendientes a transformar a su país en una democracia moderna, con una economía de mercado funcional, que se base en la aplicación eficaz de la ley.

Desde que llegó al poder en el 2000, Putin ha buscado mostrarse frente al mundo como un demócrata. Sin embargo, después de los caóticos años de gobierno bajo Boris Yeltsin, se ha ido imponiendo un nuevo orden político con medidas de corte autoritario. Ha suprimido las elecciones para gobernador en las 89 unidades administrativas que componen la Federación Rusa, y Putin los designa directamente. Ha ejercido una fuerte presión sobre la prensa crítica, y ha marginado a la oposición. Como antes, de nuevo todo el poder está prácticamente concentrado en el Kremlin.

La nostalgia por el pasado se hizo evidente el mes pasado. Durante su "informe" anual, Vladimir Putin señaló que la disolución de la Unión Soviética había sido "la mayor catástrofe geopolítica del Siglo 20", y que esto había provocado una "epidemia de desintegraciones". En pocas palabras, lo que el Presidente ruso manifestó en su discurso fue que Rusia está comprometida con la democracia, pero a su manera. Seguirá promoviéndola, pero no a costa de la estabilidad de su país.

En el mismo discurso, Putin buscó calmar las preocupaciones de los inversionistas. Desde la crisis financiera y la devaluación de 1998, Rusia ha logrado recuperarse y crecer a tasas relativamente elevadas. El año pasado, el PIB ruso se incrementó a una tasa de 7.1 por ciento y, según algunos cálculos, entre 1998 y 2004 se ha elevado 48 por ciento. El problema es que su economía está petrolizada y gasificada. Según estimaciones del Banco Mundial, el sector petrolero y de gas natural podría aportar más del 25 por ciento del PIB, y las materias primas representan más de dos terceras partes de las exportaciones rusas totales.

En este contexto, el agresivo proceso legal en contra de la compañía petrolera Yukos ha puesto en entredicho la efectividad de los derechos de propiedad en Rusia y ha generado la percepción de que la ley se aplica en forma discrecional y con criterios políticos. Hace poco, una nota del Wall Street Journal comentaba que, en una encuesta de la asociación nacional rusa de pequeños negocios "Opora", los empresarios rusos dijeron tenerle más temor a los funcionarios y policía que a los criminales. Menos de 1 por ciento expresó confianza en la capacidad de defender con éxito sus intereses en los tribunales, frente a las acciones injustificadas de las autoridades.

Rusia es un espejo al que debemos asomarnos, para ver lo que puede pasar cuando se asume un compromiso a medias con la democracia, la economía de mercado y el estado de derecho. Nosotros también enfrentamos un sistema de procuración de justicia politizado, una transición a la democracia incompleta, y un clima de profunda inseguridad pública y legal que inhiben la inversión productiva. Sin duda, hay que voltear hacia el pasado. Pero no para volver a una mítica era dorada, sino para no cometer los mismos errores, y sentar bases más firmes que nos permitan alcanzar un mejor futuro.

La blogósfera

Javier Treviño Cantú
El Norte
28 de abril de 2005

En el ciberespacio existe a su vez otro espacio: la blogósfera, el mundo de las bitácoras personales, llamadas en inglés web logs, o simplemente blogs. Hay millones de estas páginas, y su influencia está creciendo a un ritmo acelerado.

La blogósfera tiene dos características. En primer lugar, tanto en el terreno de los negocios como en el de la política, representa un medio para comunicarse directamente con miles de personas, sin intermediarios. En segundo lugar, también es una especie de termómetro. Gracias a la tecnología de compañías como Technorati, http://www.technorati.com/, es posible monitorear simultáneamente el comportamiento de millones de blogs, y saber lo que están pensando, percibiendo, opinando, criticando o aprobando los millones de personas que forman parte de este entorno.

Para cualquier empresa o partido político, estas dos características son oro molido. Los que sepan aprovecharlo tendrán una ventaja sobre sus competidores que puede significar la diferencia entre el éxito o el fracaso.

Internet es una tecnología disruptiva. Desde que comenzó a despegar a principios de los 90, ha venido a cambiar prácticamente todo. Si bien internet le ha abierto nuevas oportunidades a las empresas, a los gobiernos e incluso a las organizaciones criminales transnacionales, quizá su efecto más trascendente es el poder que le ha conferido a la gente común y corriente. Hasta hace muy poco tiempo, nuestro trabajo estaba firmemente anclado a un espacio físico bien delimitado. No teníamos la opción de comparar los precios de un mismo producto, y dependíamos de unos cuantos medios para estar informados de lo que ocurría en el País y en el extranjero.

Sobre todo, la gran mayoría de la gente no tenía la oportunidad de que su opinión se escuchara y fuera conocida por los demás. No existía la forma de compartir puntos de vista, ideas o propuestas sobre cualquier tema. Ahora, todo eso ha cambiado, y una de las cosas que tienen un mayor impacto es, precisamente, la capacidad de establecer una comunicación sin barreras a través de los blogs.

Los blogs se pueden definir como una página en internet, en donde una persona o un grupo de gentes publican y actualizan constantemente sus comentarios sobre toda clase de temas, e incluyen múltiples ligas a otros blogs y sitios en internet. En Estados Unidos, por ejemplo, su crecimiento ha sido exponencial. En 1999 se calculaba que existían menos de 50 blogs. Para finales del 2000 ya había miles de ellos, y este año la cifra de blogs supera los diez millones.

Cualquiera que tenga acceso a una computadora y a una conexión a internet puede armar su blog en menos de cinco minutos, conectándose a servicios como www.blogger.com. El bajo costo es una de las razones que explican su crecimiento explosivo. Otra es la influencia que han tenido algunos blogs, particularmente en el terreno político. Uno de los primeros fue el www.drudgereport.com, publicado desde hace casi 10 años por Matt Drudge, quien dio la primicia del escándalo sexual en el que se vio involucrado el ex Presidente Bill Clinton con Monica Lewinsky.

El creciente peso de los blogs vino a confirmarse durante la pasada elección presidencial en el vecino país del norte. El precandidato Demócrata Howard Dean publicó el primer blog de campaña en marzo de 2003. El Senador John Kerry le siguió en agosto, y la página oficial en internet del Presidente Bush incluyó uno a partir de octubre de ese mismo año. De acuerdo con el sitio http://politics.blogpulse.com, los tres blogs más visitados durante la campaña presidencial de Estados Unidos fueron www.drudgereport.com, www.dailykos.com y http://instapundit.com.

Los blogs también están cambiando el mundo de los negocios. Empresas de alta tecnología como IBM y Microsoft, y muchas otras más, los están aprovechando como herramienta para la gestión del conocimiento, para publicitar sus productos y monitorear el impacto de sus marcas. A la vez, un creciente número de altos ejecutivos tiene un contacto directo con sus empleados, clientes, proveedores, inversionistas y, por supuesto, con sus críticos.

Bob Lutz, el Vicepresidente de General Motors, inició hace poco su FastLane Blog, http://fastlane.gmblogs.com/. Jonathan Schwartz, el Presidente de Sun Microsystems, publica el Jonathan's Blog, http://blogs.sun.com/jonathan. Según el controvertido dueño del equipo de basquetbol Mavericks de Dallas, Mark Cuban, 300 mil personas leen diariamente su Blog Maverick, http://www.blogmaverick.com/, desde donde combate a los periodistas que publican notas poco favorables sobre su equipo.

El éxito de los blogs depende, ante todo, de la credibilidad del autor, así que estos ejecutivos saben que deben mantener un equilibrio muy delicado para que sus mensajes no sean percibidos como un simple vehículo promocional. Además, la esencia de los blogs es el diálogo interactivo, por lo que ofrecen la posibilidad de que cada persona se pueda convertir en un "reportero". Por ejemplo, en Corea del Sur, el sitio OhmyNews, http://english.ohmynews.com/, tiene un equipo de 50 personas que se encargan de revisar y editar las notas enviadas por más de 30 mil "ciudadanos reporteros". Se calcula que su audiencia ya rebasa los 2 millones de lectores diarios.

Como lo señaló recientemente el semanario inglés The Economist, cada vez es más evidente que el control de las noticias -es decir, lo que constituye una noticia, la prioridad que se le da y la forma de difundirla- está pasando de ser una responsabilidad exclusiva de los periódicos y demás medios de comunicación tradicionales, a convertirse en una tarea del auditorio mismo.

El impacto de estos fenómenos ya está empezando a manifestarse en México. De acuerdo con la Asociación Mexicana de Internet, casi 15 millones de personas ya usan este medio, y para finales de año la cifra llegará a los 17 millones.

Lógicamente, el acceso a internet está modificando el uso de otros canales de comunicación: la gente compra menos periódicos y revistas y ve menos televisión. Tal vez en la blogósfera podemos elevar la calidad de la discusión política que vivimos actualmente en nuestro país.

Duelo en Washington

Javier Treviño Cantú
El Norte
14 de abril de 2005

¿Qué interés tiene el Estado mexicano en buscar la Secretaría General de la OEA? La política exterior es, por definición, una política de Estado, que debe estar al servicio de los intereses de toda la nación, y no únicamente del gobierno en turno. Por ello, hay que preguntarse qué gana México al encabezar un organismo con limitaciones estructurales para promover una mayor integración entre todos los países que forman parte del continente americano.

Hoy por hoy, hay que reconocer que existen múltiples Américas, y que los intereses de cada una no coinciden plenamente. Norteamérica es una zona de libre comercio, encabezada por la única superpotencia global, formada por tres países con enfoques diferentes sobre el futuro del área y las posibilidades de conformar una auténtica comunidad. Hace casi un mes se firmó la nueva Alianza para la Seguridad y la Prosperidad Económica de América del Norte, que puede significar un paso muy importante para avanzar en este sentido. Pero, al menos en nuestro país, aún no queda claro si la iniciativa se está tomando con la seriedad que merece, y cómo encajaría en el proyecto de dirigir los esfuerzos de la OEA.

Centroamérica sigue buscando nuevos esquemas que le permitan combatir la pobreza y la desigualdad que caracterizan a la región. Después de los contratiempos del Plan Puebla-Panamá, el acuerdo de libre comercio negociado con EU se ve como el motor que podría darle un impulso renovado a su desarrollo. El Presidente George W. Bush ha señalado que buscará su aprobación, aunque es probable que sea hasta después de que pasen las vacaciones de verano cuando se verá si está dispuesto a gastar algo de su capital político para lograr que el Congreso estadounidense lo ratifique.

Por su parte, en el Caribe conviven 14 miembros de la OEA con diferentes culturas, grados de desarrollo y agendas, pero con un mismo reto: crecer a tasas más elevadas. De acuerdo con cifras del Banco Mundial, mientras que el PIB de América Latina creció en conjunto 5.7 por ciento el año pasado -el nivel más alto desde 1997-, el del Caribe únicamente lo hizo en un 2.2 por ciento. Además, esta zona incluye a Cuba, un país que, pese a la oposición de México, fue expulsado de la OEA en 1962 y que, hasta la fecha, sigue siendo un actor fundamental en el juego geopolítico de toda la región.

Finalmente, a pesar de que Sudamérica ha experimentado en los últimos años una convergencia política hacia regímenes considerados de "izquierda", en países como Argentina, Brasil, Chile, Ecuador, Perú, Uruguay y Venezuela, aún existen profundas diferencias en la forma en la que las naciones de la zona están buscando respuestas a los retos que plantea el avance de la globalización, y en la forma de concebir el papel que deberá jugar la OEA en el futuro.

Ahora, después del duelo protagonizado en Washington por el Canciller Luis Ernesto Derbez y el Ministro del Interior chileno, José Miguel Insulza, estas diferentes Américas se han dividido en dos bloques. Tras la sorpresiva renuncia del salvadoreño Francisco Flores -quien tenía el respaldo original de EU pero enfrentó la oposición de Honduras, por la vieja disputa fronteriza entre los dos países centroamericanos, y de Venezuela, por su apoyo al golpe de Estado en contra del Presidente Hugo Chávez en abril de 2002-, las condiciones se dieron para que los 34 países de la organización se agruparan en torno a los dos candidatos restantes.

La división de los bandos fue clara. En una esquina, Norte y Centroamérica, junto con algunas naciones del Caribe y, quizás, al menos una de América del Sur, apoyaron al mexicano. En la otra, la mayoría de los países sudamericanos y varios caribeños respaldaron al candidato de Chile. Después de cinco rondas de votación históricas, en las que Derbez e Insulza obtuvieron respectivamente 17 votos cada vez, el resultado reflejó no sólo una sólida división geográfica, sino también algo más: la pérdida relativa de influencia política y económica de EU en la región.

Durante los últimos años, mientras que nuestros vecinos del Norte se han enfocado en luchar contra el terrorismo internacional y promover cambios en el Medio Oriente, el propio avance democrático en la gran mayoría de los países latinoamericanos les ha dado mayor capacidad de defender posiciones contrarias a las sostenidas por EU. Al mismo tiempo, la Unión Europea, especialmente España, y China están ampliando su presencia económica en el área a un nivel sin precedente. Durante los últimos cinco años, el comercio bilateral entre la región y el gigante asiático se ha quintuplicado, alcanzando los 40 mil millones de dólares en 2004.

Por supuesto, esto no ha pasado desapercibido para EU. La semana pasada, el Subsecretario Roger Noriega testificó ante la Cámara de Representantes de su país, precisamente sobre la creciente influencia de China en el hemisferio occidental. Entre otras cosas, señaló que, si bien esto no constituye una amenaza para los intereses estadounidenses, el gobierno del Presidente Bush buscará reafirmar su posición como el mejor aliado a largo plazo de los países de la zona. De entrada, como lo demostró la presencia de Noriega en la sede de la OEA durante la votación del pasado 11 de abril, esto significa que buscarán impulsar a un candidato de su preferencia. Hasta ahora, ése es Luis Ernesto Derbez.

La nueva votación para elegir al próximo Secretario General de la OEA se programó para el 2 de mayo. Tanto Derbez como Insulza han declarado que se mantendrán en la pelea, pero el reglamento de la Organización permite que se inscriban nuevos candidatos. México tiene la oportunidad de decidir si conviene al interés nacional sostener la candidatura del Canciller Derbez, o buscar una salida negociada para encontrar un tercer candidato que tuviera la oportunidad de unificar posiciones y asegurar una conducción eficaz del organismo. En los periódicos hemos leído todo tipo de opiniones. La política exterior de México no es un asunto para ser decidido por "expertos" ni mucho menos por novatos. Es una política de Estado.

82 días

Javier Treviño Cantú
El Norte
31 de marzo de 2005

A una semana de que se firmó la nueva Alianza para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte (ASPAN), en Waco, Texas, nada más quedan 82 de los 90 días que los Jefes de Gobierno fijaron como límite para presentar el primer reporte de avances. Estados Unidos ya estableció los grupos de trabajo que estudiarán las medidas concretas para poner en práctica esta Alianza. En México, sin embargo, todavía no se define qué grupos se integrarán, quién los dirigirá y, sobre todo, qué se piensa hacer para responder al delicado compromiso que asumió el Gobierno mexicano el pasado 23 de marzo.

Después de cuatro años de dificultades para alcanzar los consensos políticos que nos permitan mejorar la seguridad de nuestro país, elevar nuestra competitividad económica e impulsar una mejor calidad de vida para la mayoría de la población, resulta un poco difícil pensar que se lograrán definir acciones específicas y viables para cada uno de estos rubros, en poco menos de tres meses. Sobre todo cuando se trata de iniciativas que, en principio, deberán coordinarse entre tres países tan distintos como lo son México, Estados Unidos y Canadá.

Como señala la declaración de la ASPAN, este proyecto de largo alcance se basa en el reconocimiento de que la prosperidad de América del Norte depende de su seguridad, y de que los tres países comparten la misma convicción sobre la importancia de la libertad, de las oportunidades económicas y de contar con instituciones democráticas fuertes. Pero como lo declaró el propio Presidente George W. Bush, los tres también tienen profundas diferencias.

Por razones históricas, culturales, económicas, institucionales y militares, cada país tiene una visión muy particular del mundo. Conciliar las diferencias y dar el primer paso para formar lo que podría llegar a ser una comunidad norteamericana verdaderamente equitativa, en donde los intereses de las tres naciones se consideren al mismo nivel, es un ejercicio que requeriría una visión de largo plazo, un firme apoyo interno y una gran habilidad negociadora. De otra manera, lo único que se podría esperar son acciones mínimas por parte de los dos socios comerciales de la superpotencia para satisfacer sus preocupaciones inmediatas en materia de seguridad.

Esto significaría que las relaciones trilaterales seguirían como hasta ahora, sin grandes cambios. El problema para México y Canadá es que, después del 11 de septiembre de 2001, el gobierno de Estados Unidos no parece considerar el status quo como una opción. George W. Bush ha demostrado ser un político poco convencional, que dice con claridad lo que va a hacer, y luego lo hace. Y, desde el discurso que pronunció el día en que se inauguró su segunda administración, reiteró su intención de promover la democracia y la libertad en todo el mundo.

El mandatario estadounidense considera que ésa es la mejor forma de prevenir nuevos atentados terroristas en contra de su país y de promover su interés nacional. Para lograrlo, por una parte le ha dado un renovado impulso a la diplomacia. Nombró a dos de sus más cercanas colaboradoras en puestos claves: Condoleezza Rice como su nueva Secretaria de Estado, y Karen Hughes como la responsable de la "diplomacia pública" estadounidense, es decir, de las actividades para promover la imagen, la cultura y los valores de su país en el resto del mundo.

Por la otra, nominó a John Bolton como nuevo Embajador ante la ONU, y a Paul Wolfowitz para dirigir al Banco Mundial. Ambos son conservadores duros, y su misión será lograr que estas instituciones produzcan resultados concretos. La ONU está en proceso de llevar a cabo una profunda reforma, y Bolton seguramente buscará que los cambios respondan a la visión que tiene su jefe del organismo multilateral. Wolfowitz es reconocido como el arquitecto de la intervención en Iraq, y su tarea será lograr que el Banco concentre todos sus recursos en aspectos muy precisos, como la reducción de la pobreza en lugares potencialmente inestables y, por ende, peligrosos.

Además, el Departamento de Defensa está iniciando el proceso de revisión que realiza cada cuatro años para definir la orientación de sus actividades militares. De acuerdo con un documento filtrado a la prensa a principios de marzo, el Secretario Donald Rumsfeld supuestamente busca que las fuerzas armadas de su país se enfoquen en cuatro tareas totalmente novedosas: 1) establecer alianzas con países en riesgo para combatir amenazas terroristas internas; 2) defender el territorio estadounidense; 3) influir en las decisiones de países estratégicos, como China o Rusia; y 4) prevenir que países hostiles o grupos terroristas logren adquirir armas de destrucción masiva.

En una nota del periódico The Wall Street Journal, un alto funcionario involucrado en este proceso declaró que la pregunta que buscan responder es: ¿cómo prevenir que los problemas se conviertan en crisis, y éstas en conflictos generalizados? Este es precisamente el contexto en el que el Presidente Bush decide promover la Alianza para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte. EU no quiere que los problemas en sus fronteras se conviertan en crisis, ni mucho menos en conflictos que hicieran necesario siquiera considerar una intervención directa. Esta es la razón de que el aspecto más importante, trascendente y delicado de la iniciativa, sea la seguridad.

EU y Canadá tienen una larga relación de cooperación militar. Canadá es miembro de la OTAN, y desde 1958 ambos países integran lo que se conoce como NORAD, el Comando para la Defensa Aeroespacial de Norteamérica. Sin embargo, el Acuerdo para su operación concluye el próximo año, y las negociaciones para extenderlo son complejas. En especial, después de que Canadá anunció su retiro hace poco del proyecto impulsado por EU para establecer un sistema de defensa antimisiles. Con todo, es posible considerar que las dos naciones pudieran establecer nuevos mecanismos para ampliar su relación en esta materia.

En nuestro caso la situación es diferente. El último bastión de nuestra soberanía nacional radica en la independencia de nuestras Fuerzas Armadas. El Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea han hecho grandes esfuerzos a lo largo del tiempo para mantener un grado lo más alto posible de distancia con sus contrapartes estadounidenses en dos materias fundamentales: su doctrina militar y su política de equipamiento material y tecnológico. Si el Gobierno mexicano en verdad está decidido a establecer un "perímetro de seguridad norteamericano", para hacer un frente común contra amenazas externas e internas, esto necesariamente tendrá que cambiar. En 82 días sabremos qué opinan los militares mexicanos de la Alianza suscrita por el Presidente Vicente Fox.

Pensar en el porvenir

Javier Treviño Cantú
El Norte
17 de marzo de 2005

El martes pasado participé en una de las mesas de análisis de Espacio 2005, el encuentro con jóvenes que Televisa realiza cada año, y que ahora se llevó a cabo en San Luis Potosí. "Pensar en lo por venir" fue uno de los temas centrales de la discusión. Es una tarea urgente y, a la vez, muy difícil. La serie de tendencias negativas que vivimos cotidianamente hace que el futuro de nuestro país no parezca demasiado atractivo. Sin embargo, para que las cosas cambien, lo primero que tenemos que hacer es pensar en lo que puede, o mejor aún, en lo que debería ocurrir, para que México logre salir adelante.

Pensar en lo que está por venir no se trata de adivinar el futuro. Desde que Alvin Toffler puso de moda en los 70 la "futurología", con su libro "El Shock del Futuro", muchísimas predicciones han resultado equivocadas. Sin embargo, algunas visiones del futuro están empezando a hacerse realidad. Pensemos por ejemplo en libros como "Yo Robot", de Isaac Asimov, donde en cada hogar había un robot doméstico.

La semana próxima comienza la Exposición Internacional 2005 en Aichi, Japón. Uno de los aspectos que seguramente la convertirán en un evento singular son algunos de los guías que estarán ayudando a los visitantes de todo el mundo. Se trata de unos 50 robots fabricados por la compañía automotriz Toyota. Se llaman "partners" (socios) y son robots antropomórficos, con una figura "humanoide".

Son parecidos a "Asimo", el que presentó Honda en el año 2000, y al pequeño "Qrio" -pronunciado "curio"- que lanzó Sony en 2003. Pueden caminar perfectamente, transmiten lo que ven y escuchan conectándose inalámbricamente a internet de alta velocidad, contestan preguntas en cuatro idiomas y, además, tocan la trompeta. Esto significa que los "socios" de Toyota tienen labios tan sensibles como los de una persona, y dedos tan ágiles como los de un músico.

Estos robots con figura semejante a la de una persona -junto con los millones que se construyen cada año para aplicaciones militares, industriales y comerciales- no son parte de algo que va a ocurrir. Al igual que muchos otros desarrollos científicos y tecnológicos impresionantes, son parte de un futuro que ya existe en la práctica. Son parte de una realidad en donde la conjunción de avances en campos como la biotecnología, la genética, la nanotecnología y la robótica -todos apoyados en computadoras cada vez más pequeñas, ubicuas y poderosas- permite prever un mundo muy diferente, dentro de 20 ó 25 años, al que conocemos actualmente.

Algunos de los científicos más respetados del mundo están convencidos de que, en este tiempo, incluso se puede alcanzar la inmortalidad. Uno de ellos es Raymond Kurzweill, el prototipo del nuevo científic-empresario, capaz de convertir las ideas más innovadoras en productos concretos. Kurzweill es el inventor de aparatos como el sintetizador de música, y fue el ganador del prestigiado premio Lemelson-MIT de 2001.

En su más reciente libro, "Viaje Fantástico: Viva lo suficiente para vivir para siempre", Kurzweill y el coautor de la obra, el Dr. Terry Grossman, afirman que las enfermedades y la muerte son como cualquier otro problema que puede resolverse. La pregunta es ¿qué pasará cuando se alcance la inmortalidad? ¿Quién deberá ser inmortal? ¿Los que puedan pagarla? ¿Los más sabios? ¿Los mejores atletas? ¿O todo el mundo?

Considerar estas cuestiones no es un ejercicio ocioso. Mientras nosotros estamos enfocados en el proceso de desafuero del Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, el conocimiento sigue reafirmándose como el motor de la nueva economía global. Pero, lamentablemente, como lo demuestra el nuevo Reporte Global sobre Tecnología de la Información del Foro Económico Mundial, parece que seguimos sin entenderlo así.

El primer lugar en su Índice de Conectividad -que mide la capacidad de las instituciones de gobierno, empresas y sociedad para aprovechar las tecnologías de la información- lo ocupa Singapur. Otros países de Asia también han escalado posiciones, con Hong Kong ahora en el sitio número 7, Japón en el 8 y Taiwán en el 15. El desarrollo de este último es francamente impresionante. Un 50 por ciento de su economía está basado en industrias tecnológicamente intensivas, y la pequeña isla provee más de la mitad de los insumos para toda la industria informática global.

Como ya es común en este tipo de estudios, los países escandinavos destacan ampliamente. Islandia ocupa el segundo lugar, Finlandia el tercero, Dinamarca el cuarto y Suecia el sexto. El quinto sitio lo tiene Estados Unidos, que esta vez perdió varias posiciones después de encabezar la lista durante tres años consecutivos.

Los otros países que han logrado avances significativos son los de Europa del Este. Gracias en buena medida a las reformas que han llevado a cabo para ingresar a la Unión Europea, países como Estonia, Eslovenia, Hungría, República Checa y Lituania superaron con facilidad a las principales economías de América Latina.

A excepción de Chile, con el lugar número 35, nuestra región tiene un marco legal inadecuado para promover el sector relacionado con las tecnologías de la información, y los gobiernos no le dan prioridad presupuestal a su desarrollo. Esto resulta más que evidente en el caso de nuestro país. Del sitio 44 que ocupamos en el Indice anterior, ahora caímos hasta el lugar 60.

Como señaló Peter Drucker, la mejor forma de predecir el futuro es creándolo. En el mundo están ocurriendo reacomodos geopolíticos, económicos y sociales de muy largo alcance. Nosotros tenemos que asumir esta realidad y actuar en consecuencia. Esto significa pensar en la clase de país que queremos tener en el futuro próximo, y tomar las decisiones necesarias para lograrlo.

A corto plazo, lo que está por venir en México es la elección presidencial del año próximo. Ante la velocidad de los cambios que ya están ocurriendo, puede ser nuestra última oportunidad para dar el salto mental e institucional que nos exige la economía global del conocimiento. Los ciudadanos, incluyendo a los universitarios y empresarios que participamos en Espacio 2005, tenemos la responsabilidad de exigirle a los candidatos que definan, con toda precisión, las políticas que impulsarán para alcanzar un futuro que ya existe, y que nos está rebasando por todos lados.

El Tigre celta

Javier Treviño Cantú
El Norte
3 de marzo de 2005

La historia de éxito de Irlanda es interesante para México. Hay quienes dicen que los dos países son muy parecidos. La diferencia es que mientras en los últimos 15 años Irlanda se ha transformado en una de las economías más dinámicas del mundo, nosotros todavía no logramos integrarnos plenamente a la nueva realidad económica basada en el conocimiento.

En comparación con Irlanda -que tiene un territorio de 70 mil kilómetros cuadrados y una población de aproximadamente 4 millones de habitantes-, nosotros somos un país gigantesco de casi 2 millones de kilómetros cuadrados y una población cercana a los 105 millones de personas. Pero, detrás de esta realidad geo-demográfica, existen muchas similitudes entre ambas naciones.

Hasta hace poco, miles de irlandeses se veían forzados a emigrar para buscar, en otros lados, trabajo y mejores oportunidades. La mayoría lo hizo a dos países: uno, el Reino Unido, su poderoso vecino, principal socio comercial y frente al cual Irlanda se ha tenido que definir históricamente. El otro han sido los EU, el país que ha sido nuestro propio referente externo a lo largo de toda nuestra historia como nación independiente, el destino para los millones de mexicano que han tenido que dejar el país por razones económicas, y nuestro principal socio comercial.

Por la misma época en la que México inició la apertura económica, con la entrada al GATT, Irlanda comenzó su despegue económico. Entre 1987 y 2003, su ingreso per cápita pasó de equivaler 69 por ciento del promedio europeo, a 122 por ciento. Con casi 31 mil dólares por habitante, hoy es el cuarto más alto del mundo. Entre esos mismos años, el desempleo cayó de 17 a 4 por ciento. La deuda gubernamental pasó de representar 112 por ciento del PIB, a 33 por ciento. En síntesis, con una tasa de crecimiento anual promedio de 6.9 por ciento durante la década de los 90, la economía irlandesa creció 80 por ciento en términos reales.

Irlanda se ha convertido en un imán capaz de atraer a más de mil 100 empresas multinacionales en sectores de alta tecnología con un gran valor agregado. Dos ejemplos son Intel, que ha invertido unos 5 mil millones de dólares en su planta de Leixlip, y el gigante farmacéutico Wyeth, que anunció un proyecto por unos 2 mil millones de dólares para construir su centro de producción de medicamentos biotecnológicos más grande del mundo en la capital irlandesa, Dublín.

Existen muchos factores que ayudan a explicar el éxito de este país durante la última década y media, pero se pueden resumir en un hecho: Irlanda ha sabido aprovechar las oportunidades que le ha ofrecido el cambiante entorno económico global. Por supuesto, como en cualquier democracia, ha sido un proceso complejo, con avances y retrocesos, pero los logros de Irlanda se deben a cinco razones principales.

Primero, las fuerzas políticas del país han encontrado la forma de establecer acuerdos fundamentales sobre las políticas a seguir. En 1987, por ejemplo, el partido opositor Fine Gael apoyó el ajuste macroeconómico iniciado por el entonces Primer Ministro Charles Hughley, del partido Fianna Fail. Ahora, el gobierno que encabeza Bertie Ahern desde 1997, del mismo partido, ha formado una coalición con los Demócratas Progresistas para impulsar medidas como la reducción del impuesto corporativo a una tasa de 12.5 por ciento, un factor determinante para atraer inversión productiva.

Además, desde el mismo año de 1997, el gobierno, los sindicatos y los empresarios irlandeses también lanzaron una especie de "pacto". Es un mecanismo parecido al adoptado en México en el sexenio de Miguel de la Madrid, con el mismo objetivo de controlar el incremento de los salarios y su impacto inflacionario. Este diálogo social ha tenido tanto éxito, que sigue siendo uno de los pilares en los que se basa su desarrollo.

Segundo, desde 1973 Irlanda ha aprovechado su integración a lo que entonces era la Comunidad Económica Europea. Los subsidios apuntalaron su arranque económico. A partir de 1992 su plataforma exportadora tuvo acceso preferencial al mercado único europeo. La adopción del Euro desde un principio en 1999 ha contribuido a que las tasas de interés se mantengan bajas, y los lazos institucionales con la Unión Europea le han permitido adoptar proyectos de largo plazo en áreas como infraestructura.

Tercero, Irlanda ha logrado aprovechar a su gente. A diferencia de la mayoría de sus vecinos y socios europeos, tiene una población joven que ha seguido creciendo significativamente durante la última década. Sobre todo, Irlanda ha incorporado a una gran proporción de mujeres a su Población Económicamente Activa. Con ello, la participación total de la fuerza laboral en la economía irlandesa ha crecido de un 60 por ciento en los años 80, a un 70 por ciento en la actualidad.

Esto se debe al cuarto factor clave en el avance de Irlanda: su calidad educativa. Desde finales de los años 60, el gobierno irlandés empezó a invertir en el fortalecimiento de la educación secundaria y profesional. Actualmente, 35 por ciento de los alumnos universitarios estudia alguna carrera de ingeniería o ciencias, un porcentaje superior al promedio europeo de 30 por ciento. Por su parte, universidades como Trinity College se han vuelto el motor de su economía del conocimiento. En 1986, esta institución creó el Centro de Innovación para comercializar sus descubrimientos científicos y tecnológicos. Desde entonces, profesores y estudiantes han fundado más de 50 compañías exitosas.

Por último, el quinto factor que ha impulsado el crecimiento de Irlanda es el desarrollo de instituciones eficaces, enfocadas a promover su crecimiento económico: la Agencia de Desarrollo Industrial, experta en atraer a las mejores compañías del mundo, o la Fundación Irlandesa para la Ciencia, que es parte de la iniciativa para invertir casi 3 mil millones de dólares en investigación y desarrollo entre 2000 y 2006.

Irlanda es un país con una historia ancestral de hambrunas, profundos conflictos políticos y una emigración masiva. No cuenta con grandes recursos naturales, y su ubicación geográfica no es particularmente privilegiada. Pero ha encontrado la forma de superar sus rezagos y transformarse en un modelo de economía basada en el conocimiento. El Índice de Libertad Económica de la Fundación Heritage clasifica al llamado Tigre Celta como la quinta economía más abierta del mundo, y la Unidad de Inteligencia del semanario inglés The Economist lo considera como el país con mejor calidad de vida del mundo. Sin duda, si se quiere cambiar, se puede cambiar.

Harvard

Javier Treviño Cantú
El Norte
17 de febrero de 2005

Harvard viene a México. Su Presidente, Lawrence H. Summers, y un grupo de destacados profesores estarán en nuestro país invitados por la Asociación Mundial de Ex Alumnos de la Universidad. Van a participar en una serie de conferencias y mesas redondas el 1 y 2 de marzo en la Ciudad de México, y al día siguiente Summers vendrá a Monterrey.

Hay algo que hace especial a la Universidad más antigua de Estados Unidos. Fue fundada en 1636, y lleva el nombre de su primer benefactor, John Harvard. La capacidad para mantener los más elevados estándares académicos a lo largo del tiempo, así como el impacto de las investigaciones que realizan sus diversas escuelas y centros, la han convertido en algo más que una mera institución educativa: es una fuerza transformadora del mundo.

Después de iniciar con apenas nueve estudiantes, ha producido 40 Premios Nobel y entre sus egresados se cuentan siete Presidentes de EU, desde John Adams en 1797-1801 hasta el actual, George W. Bush, el primer mandatario del vecino país en estudiar una Maestría en Administración de Negocios. Hoy tiene casi 20 mil alumnos, 11 mil profesores -9 mil de los cuales pertenecen a su afamada Escuela de Medicina-, 270 mil ex alumnos, bibliotecas con más de 15 millones de volúmenes y un fondo que supera los 23 mil millones de dólares.

Algo que distingue a Harvard es que nunca se ha conformado nada más con mantener su reputación, prestigio e imagen como una de las mejores universidades del mundo. Esto se refleja en su búsqueda constante de la verdad. Ése es el lema de su escudo, "Veritas", y la tarea que se han impuesto sus profesores y alumnos es lograr que el conocimiento que se genera en sus aulas y centros tenga una utilidad práctica. En síntesis, que contribuya a superar retos concretos.

Esta Universidad es un lugar de contrastes. Tradición e innovación se unen para impulsar nuevas tendencias que luego son seguidas por otras instituciones. La excelencia académica se refuerza con el vigor de su pensamiento permanentemente joven. Ideas frescas, escepticismo constructivo y apertura a nuevos enfoques van más allá de de las paredes del Harvard Yard. Se podría decir que Harvard es una "marca" reconocida mundialmente, con atributos que se asocian con excelencia, innovación y también influencia global.

Desde que fue nombrado Presidente en 2001, Larry Summers ha fijado nuevas metas. Su objetivo es asegurar que todos los que se gradúen tengan la capacidad de comprender, dominar y aplicar los avances científicos y tecnológicos que están transformando al mundo. Summers, quien fuera Secretario del Tesoro durante la segunda administración del Presidente Bill Clinton, ha dicho que la "autoridad de las ideas", y no la "idea de la autoridad", es la regla suprema de Harvard.

En 1985 obtuve una beca Fulbright para estudiar una Maestría en Políticas Públicas en su Escuela de Gobierno John F. Kennedy. Fue una experiencia inigualable, que me permitió ver a México y al mundo desde una nueva perspectiva. Era un momento de gran efervescencia en la Universidad. En 1986, a la mitad del programa, se celebró su 350 Aniversario. Había un ambiente de fiesta en todas partes. Ese año, los Patriotas de Nueva Inglaterra llegaron al Super Bowl, los Medias Rojas de Boston jugaron la Serie Mundial y los Celtics ganaron el campeonato de la NBA.

Profesores de la talla de Tom Schelling, Richard Neustadt, Ernest May, Graham Allison y Joe Nye nos ayudaban a entender mejor un mundo a punto de cambiar profundamente. Al inicio del segundo periodo presidencial de Ronald Reagan, la revolución conservadora en Estados Unidos estaba en pleno apogeo. El mandatario estadounidense forzaba el fin de la Guerra Fría y se reunía con Gorbachov para buscar un acuerdo sobre control de armamentos. La atención de nuestros vecinos, y del resto del mundo, estaba puesta en el sorprendente testimonio del Coronel Oliver North sobre el escándalo Irán-Contras.

Los cambios que ocurrían en México también eran motivo de análisis desde Harvard. El terremoto de 1985 y su impacto en la capacidad de la sociedad civil para movilizarse. La tortura y asesinato del agente de la DEA Enrique "Kiki" Camarena, que afectaría toda la relación bilateral entre nuestro país y Estados Unidos durante largo tiempo. El inicio de la integración a la economía global con la entrada al GATT en 1986. La ruptura al interior del PRI y el surgimiento del Frente Democrático Nacional, que luego se transformaría en el PRD, con Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo al frente, anticipando el avance de la democracia.

En Harvard los estudiantes teníamos acceso a las investigaciones más avanzadas y las publicaciones más prestigiadas. Los grupos estaban formados por compañeros con experiencias muy diversas, desde militares egresados de West Point hasta ex Ministros de varios países de Asia o América Latina. Ahí se desarrollaban redes de contactos con gente de todo el mundo, que perduran hasta la fecha y que es otro de los elementos que hacen de Harvard una Universidad con alcance global.

Desde entonces, la relación de Harvard con México se ha venido fortaleciendo. En 1989, por ejemplo, se estableció la Fundación México en Harvard, una asociación civil dedicada a dar apoyo financiero a todos los estudiantes mexicanos de posgrado aceptados por la Universidad. En octubre del año pasado, Harvard y el Conacyt firmaron un acuerdo mediante el que se creó n programa de becas para mexicanos que estén realizando estudios de posgrado. La primera generación llegará a Cambridge en septiembre de este año, y se espera que cada año se pueda apoyar a entre 20 y 25 estudiantes.

La Escuela JFK de Gobierno de Harvard también ha sido una pieza muy importante para el desarrollo de nuevas iniciativas académicas de largo alcance en nuestro país. En particular, destaca su alianza con el Tecnológico de Monterrey para establecer programas con la nueva Escuela de Graduados en Administración Pública y Políticas Públicas, la EGAP. Profesionalizar la formación de los servidores públicos y promover mejores políticas para que México avance es una tarea prioritaria, y Harvard está contribuyendo a este propósito.

La visita a Monterrey de Larry Summers es una buena oportunidad para conocer qué planes tiene el Presidente de Harvard, y mejorar las relaciones de nuestro Estado con esta Universidad ejemplar.

Decisiones difíciles

Javier Treviño Cantú
El Norte
3 de febrero de 2005

El tema central del Foro Económico Mundial, que se llevó a cabo en Davos, Suiza, fue la necesidad de asumir la responsabilidad de tomar decisiones difíciles. El profesor Klaus Schwab, organizador de este evento desde 1971, no pudo haber encontrado un mejor "hilo conductor" para los complejos tiempos que enfrenta la sociedad global de nuestros días.

¿Qué es más importante, abatir la pobreza extrema o promover que más gente tenga acceso a Internet en todo el mundo? ¿Es necesario enfocarse en prevenir un mayor calentamiento global o en lograr que China cumpla las reglas de protección a la propiedad intelectual? ¿Qué debe hacer un país interesado en atraer inversión productiva para impulsar su desarrollo? ¿A qué hay que darle prioridad en nuestro mundo globalizado?

Son decisiones difíciles, y tomarlas implica asumir costos muy altos. Sobre todo en un mundo en donde las viejas líneas que separaban las esferas de lo público y lo privado son cada vez más tenues. Las fronteras entre los asuntos internos de un país y la influencia que ejerce una cantidad creciente de actores externos son cada vez menos claras. Nuestro entorno cambia a gran velocidad y las prioridades que hoy son urgentes, al año siguiente son sustituidas por otras.

¿Quién tiene la capacidad de definir en lo que hay que concentrarse para atender con eficacia los retos de hoy, y de mañana? ¿Los líderes políticos -ya sean democráticamente electos o no-, los empresarios, los académicos, filántropos que pueden donar cientos de millones de dólares como Bill Gates, o celebridades con conciencia social como el cantante Bono?

Pocas veces tenemos oportunidad de ver con tanta claridad los nuevos equilibrios y contrastes que caracterizan al mundo actual. En una de las reuniones sobre pobreza, en Davos, la actriz Sharon Stone mostró el poder que tiene la gente famosa. Ante las emotivas palabras del Presidente de Tanzania, Benjamin Mkapa, la protagonista de "Bajos Instintos" saltó de su silla y anunció que donaría 10 mil dólares para comprar mosquiteros y ayudar a prevenir la malaria en ese país. En 10 minutos, los participantes que se sumaron a su convocatoria reunieron un millón de dólares.

De la misma forma, también se reflejaron los cambios en el equilibrio geopolítico. Aunque el evento coincidió con las primeras elecciones democráticas en Iraq, el tema de la lucha internacional contra el terrorismo ya no figuró entre los más importantes. En cambio, prácticamente en todas las mesas de trabajo hubo algún asunto relacionado con China que generó interés.

En una entrevista concedida durante el Foro, Bill Gates comentó que China será el factor de cambio más importante durante los próximos 20 años. De lo que nadie está muy seguro es si el impacto de este cambio será benéfico o negativo para el resto del mundo. Por lo pronto, en esta ocasión, los altos funcionarios chinos que asistieron a la reunión no dieron muestras de estar demasiado dispuestos a tomar decisiones tan difíciles como la de revaluar su moneda.

El interés generalizado por el gigante asiático me hizo recordar el que generaban hace 15 años los países de Europa Oriental. Apenas unos meses después de que se derrumbara el Muro de Berlín, la atención prioritaria del Foro de Davos estaba totalmente concentrada en esta región. Y, al igual que esta vez, México se encontraba fuera del radar de los líderes políticos y empresariales que asistían a la cumbre anual.

El 2 de febrero de 1990, el Presidente Salinas se presentó ante los 800 empresarios más influyentes del mundo e intentó mostrar un panorama positivo para atraer inversiones hacia México. Pero ni las ventajas de la ubicación geoestratégica de nuestro país ni las medidas modernizadoras de su gobierno fueron lo suficientemente atractivas como para desplazar el interés que despertaba Europa del Este.

Por más que Salinas argumentaba que estas naciones apenas iniciaban el camino que México ya estaba recorriendo, no lograba captar la atención de los inversionistas. Sus frases quedaron congeladas en el hielo de Davos: "Si se frustran las esperanzas, puede perderse el sentido del futuro y surgir la nostalgia por el pasado". "Que estos signos espléndidos del cambio no nublen la visión global de Europa y no distraigan su atención hacia nuestro continente -particularmente hacia México- y hacia otras regiones del mundo".

Abundaron las cifras sobre la reducción de la tasa de inflación, la disminución del déficit del sector público, la privatización de empresas paraestatales, la renegociación de la deuda externa, el adelgazamiento del Estado, la eliminación del proteccionismo económico, las nuevas garantías a la inversión extranjera, el crecimiento económico de 3 por ciento alcanzado en 1989.

Los influyentes hombres de negocios reunidos en Davos reaccionaron con frialdad al llamado de Salinas. En el desairado coctel de la noche del 2 de febrero que ofreció el gobierno de México a los empresarios europeos, Salinas tomó la decisión de abandonar la opción que representaba el proyecto europeo, para enfocarse definitivamente en promover una zona de libre comercio con nuestros vecinos de América del Norte.

Esa misma noche, cuentan que el Presidente mexicano le ordenó a su Secretario de Comercio, Jaime Serra, que abordara en el desayuno del día siguiente a Carla Hills, la entonces Representante Comercial de Estados Unidos, para empezar a explorar las posibilidades de un TLC. Fue una decisión difícil, inspirada por las condiciones del entorno global que se reflejaban, como cada año, en el Foro Económico Mundial de Davos.

Quién sabe cuál será el tema central de la próxima reunión. Pero, en todo caso, nuestros precandidatos a la Presidencia ya deberían estar pensando en el mensaje que podrían llevar a este espacio, a principios del 2007. Muchas veces, el interés nacional depende de la capacidad para captar el interés de los líderes mundiales, de los inversionistas globales y, por supuesto, también de personalidades con un profundo sentido de la responsabilidad social, como Angelina Jolie.

Cabildear en Washington

Javier Treviño Cantú
El Norte
20 de enero de 2005

Insistir en la búsqueda de un mítico acuerdo migratorio con los EU quizás no sea la mejor forma de lograr uno de nuestros principales objetivos de política exterior. Los factores que impulsan el flujo de mexicanos, en busca de las oportunidades que no encuentran aquí, son estructurales. Según un estudio de Banamex, publicado en diciembre pasado, un 10 por ciento de la población mexicana contabilizada en el censo de 1990 ha emigrado para establecerse en el vecino país del norte.

Por ello, haber colocado el tema de la migración al frente de la agenda bilateral debe reconocerse como un gran logro del gobierno del Presidente Fox y de su primer canciller, Jorge Castañeda. Sin embargo, la verdad es que prácticamente no existe ninguna posibilidad de que se establezca un acuerdo en esta materia entre los dos países.

Lo que sí podría ocurrir, en cambio, es que el gobierno estadounidense se decida a reformar sus propias leyes migratorias. Esto es en lo que deberíamos concentrarnos, enfocando todos los recursos diplomáticos a nuestra disposición -que no son pocos-, para lograr que la nueva legislación refleje nuestros intereses y contribuya a proteger los derechos de los millones de mexicanos que viven y trabajan en EU de forma indocumentada.

Apenas unos días después de su cerrada victoria electoral, el Presidente Bush retomó el tema. Dijo que con su triunfo había ganado capital político, y que estaba dispuesto a gastarlo para impulsar una agenda tan amplia como ambiciosa. Además de la interminable lista de pendientes internacionales que deberá atender, el mandatario estadounidense está planteando una serie de iniciativas de política interna que han llegado a ser calificadas como "revolucionarias".

La mayoría de éstas -desde límites a los excesos de su régimen legal hasta reformas trascendentales a los sistemas impositivo y de seguridad social- refleja la polarización que caracteriza actualmente a la sociedad de EU. Por la misma razón, provocan serias divisiones no sólo entre los partidos Demócrata y Republicano, sino también dentro de los mismos. Y una de las más controvertidas es, precisamente, la reforma migratoria.

No hay duda de que el Presidente Bush está preparado para dar la pelea. En la entrevista que le concedió la semana pasada al periódico conservador The Washington Times manifestó que la reforma migratoria es una de las prioridades de su próxima agenda legislativa. Definió la situación actual del sistema estadounidense como una "pesadilla burocrática", y sostuvo que representa un "problema" que debe resolverse.

En el lenguaje de la Casa Blanca, ésta es la señal más clara que existe para destacar la importancia que se le da al tema. Pero tampoco hay duda de que será una de las batallas más duras que deberá enfrentar con el Congreso, empezando por los propios miembros de su partido.

Según diversos reportes periodísticos, prominentes Representantes Republicanos como John Hostettler, de Indiana, el líder de la mayoría Tom DeLay, de Texas, y F. James Sensenbrenner, de Wisconsin, se oponen a cualquier iniciativa que pueda siquiera parecerse a una "amnistía" para los millones de trabajadores ilegales que ya se encuentran en EU.

De hecho, se espera que Sensenbrenner -Presidente del poderoso Comité Judicial de la Cámara de Representantes- presente próximamente un proyecto de ley que incluiría medidas para limitar el derecho de asilo, completar la barda en la frontera entre Tijuana y San Diego, e impedir que la matrícula consular sea aceptada como identificación para obtener licencias de conducir.

A ellos se les suman personalidades como el Representante por Arizona J. D. Hayworth y un viejo conocido de nuestro país, el Representante por Colorado Tom Tancredo, quienes han visto en la hoy famosa Guía del Migrante, editada y distribuida por la Secretaría de Relaciones Exteriores, una magnífica oportunidad para frenar el cambio.

De acuerdo con el diario Arizona Republic, Bush ha dicho que la Casa Blanca no promoverá una iniciativa directamente, sino que trabajará con el Congreso para que sea éste el que haga una propuesta integral. De ser así, las posibilidades de que se concrete una reforma migratoria de largo alcance podrían reducirse significativamente.

La encuesta publicada esta semana por el periódico The Washington Post muestra que 54 por ciento de los estadounidenses desaprueba la forma en la que el Presidente Bush ha manejado el tema de la inmigración, y apenas un 39 por ciento espera que tenga éxito en su intento por introducir cambios a fondo en la materia.

En este contexto, en lugar de seguir "exigiendo" que se plantee un acuerdo bilateral que nunca llegará, deberíamos aprovechar la coyuntura que representa el inicio de la nueva administración Bush. La llegada de Condoleezza Rice al Departamento de Estado y del Juez Michael Chertoff al de Seguridad Territorial ofrece la oportunidad de replantear los mecanismos de diálogo y coordinación entre los dos gobiernos.

Además, ambos podrían tener nuevos interlocutores de este lado de la frontera muy pronto. La Dra. Rice, en caso de que el Secretario de Relaciones Exteriores logre el apoyo necesario para ocupar la Secretaría General de la OEA, y el Juez Chertoff cuando renuncie el Secretario de Gobernación para buscar la nominación como candidato del PAN a la Presidencia en el 2006.

Sobre todo, tendríamos que impulsar una ambiciosa estrategia de cabildeo en el Congreso estadounidense. Washington no es más que un espejo donde se reflejan los intereses generados en los Distritos de los Representantes y los Estados de los Senadores. Para asegurar que nuestra postura sea considerada a la hora de definir la nueva legislación migratoria, la Embajada de México y toda la red de Consulados en EU tendrían que poner en marcha una estrategia de dimensiones similares a la que finalmente allanó el camino para que se aprobara el TLC de América del Norte.

Maremoto global

Javier Treviño Cantú
El Norte
6 de enero de 2005

El tsunami provocado por el terremoto de 9 grados en la escala de Richter, en las costas de Indonesia, es uno de los peores desastres naturales en la historia de nuestro planeta. Y, aunque parezca algo muy lejano, debe ser una lección para México.

La ONU considera que el número de muertos puede superar los 200 mil, pero la cifra final quizá nunca se sabrá. Otros desastres han cobrado más víctimas mortales. El terremoto de 1976 en Tangshan, China, causó la muerte de más de 600 mil personas. Sin embargo, este tsunami sí puede considerarse como el de mayor alcance global. Afectó a 11 países en la cuenca del Océano Índico, alcanzando incluso la costa oriental de África. A diferencia de otras ocasiones, cuando el desastre ocurre en un lugar específico, ahora las tareas de apoyo internacional son el esfuerzo logísitico más complejo del que tengamos memoria.

El impacto del maremoto se sintió no sólo en esta zona, sino en todo el mundo. Fallecieron también cientos de turistas de casi 40 países, incluyendo a México. Lamentablemente, se confirmaron la muerte de un pequeño de nacionalidad mexicana en Sri Lanka y la de otro compatriota en Tailandia, mientras que hasta el día de ayer otros dos mexicanos aún no habían podido ser ubicados en ese mismo país.

La dimensión global del tsunami también se ha reflejado en los nuevos medios de comunicación. La noticia comenzó a difundirse rápidamente mediante servicios de texto enviados desde teléfonos celulares. En la red, testigos narraron antes que nadie la forma en la que el tsunami había ocurrido. Decenas de miles de personas en todo el mundo han hecho un número sin precedente de donativos a través de internet.

Muchas empresas multinacionales y fundaciones, como la que encabezan Bill Gates y su esposa Melinda, anunciaron casi inmediatamente que harían millonarias donaciones. Otras compañías globales, con operaciones en la región, habilitaron sus instalaciones como centros de acopio y ofrecieron apoyo para localizar a gente desaparecida. En cambio, la mayoría de los gobiernos reaccionó con su característica lentitud.

El Presidente de Estados Unidos, de vacaciones en su rancho de Texas, tardó tres días en dar un mensaje por televisión. Inicialmente ofreció una ayuda de apenas 15 millones de dólares. Ante las críticas, la cifra primero se elevó a 35, y luego a 350 millones. Buscando despejar dudas, Bush comisionó a su papá y a Bill Clinton para encabezar un esfuerzo de recaudación en todo el mundo. También envió a la zona del desastre al aún Secretario de Estado Colin Powell y a su hermano Jeb, el gobernador de Florida que el año pasado tuvo que enfrentar cuatro huracanes consecutivos.

El nuevo Presidente de Indonesia, Susilo Bambang Yudhoyono, ha sido duramente cuestionado. Banda Aceh, el lugar más afectado por el tsunami, está en una zona donde el gobierno libra una lucha desde hace años contra un movimiento separatista. Esto dificultó inicialmente el acceso al lugar de las organizaciones no gubernamentales, pero se logró establecer una tregua que ha permitido que el apoyo llegue a donde más se necesita.

Aquí, en México, como ya es costumbre cada fin de año, todo el Gobierno federal parece haber estado de vacaciones. En la Cancillería no había nadie que atendiera con la rapidez necesaria a los familiares de los mexicanos que se encontraban en la región. Por su parte, la Secretaría de Gobernación tardó toda una semana en anunciar el inicio de una campaña nacional a favor de los afectados por el maremoto.

La crítica principal que se le hace a los gobiernos de la región es que no alertaron a tiempo a las poblaciones costeras. A diferencia del Pacífico, en donde existe un mecanismo de detección de tsunamis desde mediados del siglo pasado, la zona del Océano Índico no cuenta con un sistema similar. Sismólogos tailandeses admitieron haber identificado el terremoto, pero no dieron la alarma -dicen- porque temieron causar pánico.

Pero no todo son malas noticias. En cada crisis existe una oportunidad, y los países de la cuenca del Índico han anunciado el establecimiento de un sistema de alerta temprana. En Indonesia, y también en Sri Lanka, los gobiernos y los grupos armados separatistas han decretado un alto al fuego, que podría derivar en futuras negociaciones de paz. Parecen existir condiciones para impulsar una cooperación más estrecha entre todos los países de la región. Algo que, hasta ahora, ha sido prácticamente imposible de lograr.

La ayuda internacional ha sido generosa. El país que más recursos ha ofrecido hasta ahora es Australia, con un total de 810 millones de dólares. Le siguen Alemania, con 674 millones y Japón, con 500. En total, los donativos rebasan ya los 3 mil millones de dólares. Aun así, el esfuerzo de reconstrucción podría llevarse más de una década.

Hoy jueves, en Jakarta, la capital de Indonesia, se lleva a cabo una reunión de países donantes con el objetivo de asegurar que se cuente con los recursos necesarios para esta tarea de largo plazo. Además, se buscará limar asperezas entre los países que participan en las acciones para socorrer a los damnificados, como las que han vuelto a aflorar entre EU y Francia.

Dentro de dos semanas se llevará a cabo la Cumbre Mundial para la Reducción de Desastres. La sede es Kobe, Japón, donde el terremoto de 1995 causó la muerte de 40 mil personas. Es imposible evitar que ocurran este tipo de fenómenos naturales, pero lo que sí se puede hacer es impulsar una cultura de prevención para que no vuelvan a suceder tragedias humanas como la que ha marcado el inicio de este 2005.

El año pasado, en México tuvimos la suerte de que los huracanes en el Caribe y el Pacífico no impactaran directamente nuestras costas. Tampoco sufrimos terremotos de grandes proporciones, como el de 1985. Sin embargo, éstos y otros riesgos similares siguen latentes. La tragedia que vive Asia es una lección que no podemos pasar por alto.

Friday, May 27, 2005

Meros espectadores

Javier Treviño Cantú
El Norte
23 de diciembre de 2004

Entre la larga lista de pendientes que tendrán que retomarse en 2005, los cambios para hacer más eficiente a Pemex deben ocupar un lugar prioritario. A pesar de los frenéticos esfuerzos de la bancada panista en el Senado, el nuevo régimen fiscal de la paraestatal finalmente no logró ser aprobado.

De manera sorpresiva, a finales de octubre, la Cámara de Diputados aceptó la propuesta enviada por el Ejecutivo sin hacerle mayores cambios. En términos prácticos, el nuevo esquema significaría que Pemex podría contar al año con recursos adicionales de entre 15 y 30 mil millones de pesos para exploración y producción.

Además, los diputados establecieron que las nuevas condiciones deberían comenzar a aplicarse hasta 2006, siempre y cuando se autorizara darle autonomía financiera, y de gestión, a la empresa. Muy pronto, sin embargo, crecieron las sospechas de que la propuesta representaba un nuevo paso en el camino para privatizar a Pemex.

Según diversos análisis, la iniciativa ampliaría los Contratos de Servicios Múltiples a la extracción ya no sólo de gas, sino también de petróleo, mediante concesiones a compañías particulares. Las dudas aumentaron cuando altos funcionarios de Hacienda manifestaron la intención de que Pemex colocara acciones en la Bolsa de Valores.

El rechazo de los los sectores "nacionalistas" del PRD y el PRI no se hizo esperar. A principios de noviembre, la aprobación definitiva del nuevo régimen fiscal de Pemex se empantanó en el Senado de la República. Encabezados por el Presidente de la Comisión de Hacienda, Fauzi Hamdan, los senadores panistas echaron toda la carne al asador para que los cambios fueran avalados por sus colegas de la oposición. No tuvieron éxito.

La semana pasada, el Senado decidió ponerse como límite el mes de febrero próximo para revisar la propuesta. Entre la llegada del año nuevo y la inevitable cuesta de enero, esto significa que los senadores se dieron un margen de tiempo muy estrecho para analizar y decidir sobre un asunto con profundas implicaciones para el futuro de nuestro país.

Este año, Pemex tendrá ingresos históricos por la exportación de petróleo crudo. Tan sólo entre enero y noviembre, éstos sumaron 19 mil 503 millones de dólares, casi 5 mil millones más que durante el mismo periodo del año anterior. En lo que va del actual sexenio, los ingresos de divisas generados por Pemex se acercan a los 60 mil millones de dólares.

La pregunta es: ¿de dónde van a salir los recursos para equilibrar los miles de millones de pesos que Pemex dejará de pagar en impuestos y que podrá utilizar para recuperar su menguado patrimonio e invertir en la exploración y explotación de nuevos yacimientos?

Mientras nuestros legisladores se ponen de acuerdo, o no, la actual administración de Pemex sigue endeudándose. Durante los últimos cuatro años, su deuda total ha crecido aproximadamente 150 por ciento. En septiembre sumó más de 485 mil millones de pesos, y para 2005 contempla contratar unos 8 mil 500 millones de dólares adicionales.

A las dificultades financieras se suman las tecnológicas. Pemex no tiene capacidad para extraer crudo de zonas como Chicontepec, en Veracruz, o de pozos en aguas profundas. Según declaraciones de un alto funcionario de Pemex, publicadas esta semana en EL NORTE, de los más de 53 mil millones de barriles clasificados como reservas probables, casi 30 mil millones corresponden a yacimientos localizados en las profundidades del Golfo de México.

Para el nuevo director de la paraestatal, Luis Ramírez Corzo, esto significa que la única opción es abrirse a la inversión privada. La coyuntura internacional pareciera darle peso a sus argumentos. Algunos analistas consideran que se estarían produciendo cambios importantes en la industria petrolera mundial. El poder de las grandes compañías privadas está siendo puesto a prueba por empresas petroleras nacionales, con participación gubernamental, de todo el mundo.

Estas no sólo controlan el petróleo ubicado en sus países, sino que cada vez tienen mayor capacidad para competir en el escenario global. Las compañías chinas CNOOC, Sinopec y PetroChina, por ejemplo, son consideradas como auténticos rivales por la británica BP. Para otras, como la firma italiana Eni, las únicas capaces de hacer frente a proyectos multimillonarios siguen siendo las siete u ocho grandes empresas que dominan la industria.

Aun así, la mayoría coincide en que es necesario encontrar nuevos mecanismos para trabajar conjuntamente. Hasta ahora, la opción más viable ha sido que la compañía nacional mantenga la propiedad del crudo y que el Gobierno le pague a la contraparte privada con un porcentaje de la producción extraída. Otros proponen simplemente que las compañías nacionales contraten a las grandes multinacionales para realizar proyectos específicos.

Durante los próximos años se espera que el precio del petróleo se mantenga en niveles cercanos a los 30 dólares el barril. Pero también pueden darse condiciones para que nuevamente suba hasta los 50 dólares o más. A corto plazo, para México esto representa un flujo de divisas muy importante, que puede posponer la urgencia de reformar a Pemex.

A mediano y largo plazo, sin embargo, Pemex necesita un nuevo marco regulatorio que le permita competir con sus pares nacionales y negociar en mejores condiciones con las grandes petroleras globales para aprovechar al máximo la riqueza natural que aún tenemos.

En todo caso, por supuesto, se tomarán las cosas con calma. ¿Qué más podemos esperar de nuestros legisladores? Si bien nos va y el Senado ratifica la reforma aprobada por la Cámara de Diputados, el nuevo régimen fiscal de la paraestatal entrará en vigor hasta 2006. Si, por el contrario, los senadores no cumplen su compromiso de definir una postura clara a más tardar en febrero, seguiremos siendo meros espectadores de un juego global del que depende gran parte de nuestro futuro como nación.

Un mundo más seguro

Javier Treviño Cantú
El Norte
9 de diciembre de 2004

Hace casi 25 años, durante la entrevista para ingresar a la licenciatura en Relaciones Internacionales en El Colegio de México, una profesora me preguntó qué cambios propondría para hacer más eficiente a la Organización de las Naciones Unidas. El inicio de mi respuesta fue muy sencillo. Le dije que era una buena pregunta, y que habría que pensarlo muy bien.

Dos décadas después, la nueva realidad de un mundo militarmente unipolar -y globalizado en todo lo demás- finalmente le imprimió un sentido de urgencia a la necesidad de reformar el organismo multilateral. En particular, los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, la nueva estrategia de seguridad nacional de Estados Unidos -basada en el uso "preventivo" de su poderío militar- y su aplicación en la guerra contra Iraq sin la autorización previa del Consejo de Seguridad detonaron la búsqueda del cambio.

Como señaló el semanario inglés The Economist, ante el riesgo de que la ONU acabara por volverse completamente irrelevante, el Secretario General, Kofi Annan, convocó en septiembre de 2003 a un Grupo de Alto Nivel para que evaluara las amenazas, los desafíos y los cambios necesarios para renovar la organización. El panel fue presidido por Anand Panyarachun, ex Primer Ministro de Tailandia.

Entre otras personalidades, contó con la participación de Gro Harlem Brundtland, la ex Primera Ministro de Noruega y ex Directora de la Organización Mundial de la Salud; Enrique Iglesias, el presidente del BID; el egipcio Amre Moussa, quien encabezara la Liga de Estados Árabes; Sadako Ogata, ex Comisionada de la propia ONU para la Atención de los Refugiados; Qian Qichen, ex Canciller chino; y Brent Scowcroft, quien fuera Asesor de Seguridad Nacional del primer Presidente George Bush.

El resultado de casi un año de trabajo es el reporte "Un mundo más seguro: la responsabilidad que compartimos" -www.un.org/secureworld/-, que incluye 101 recomendaciones para promover una mayor seguridad colectiva en un mundo cada vez más complejo. Es un documento valioso. Hace una crítica constructiva de los obstáculos para que la ONU cumpla con su misión, identifica nuevas amenazas que están conectadas entre sí, y plantea propuestas concretas para hacerles frente en mejores condiciones.

Ofrece una definición del terrorismo, como base para impulsar una mayor cooperación en este terreno. No considera cambios al Artículo 51 de la Carta, sobre la legítima defensa y el uso de la fuerza, pero señala cinco condiciones en las que un Estado podría ser autorizado para usarla en forma "preventiva". El reporte también plantea diversos cambios a las estructuras de la ONU.

La atención y la tensión se han concentrado en este punto, ya que se consideran dos opciones serias para reformar el corazón del organismo, el Consejo de Seguridad. Actualmente, está formado por cinco miembros permanentes con derecho a vetar cualquier resolución -Estados Unidos, Rusia, China, Gran Bretaña y Francia- y diez miembros no permanentes, electos para periodos de dos años.

La primera alternativa propuesta sería incorporar otros seis miembros permanentes, pero sin derecho a veto, y tres más no permanentes, para un total de 24 países. Hasta ahora, los candidatos que han logrado colocarse como punteros para la primera categoría son Alemania, Brasil, India, Japón, Egipto y Nigeria o Sudáfrica. La segunda opción consistiría en crear un nuevo escalafón de ocho países semi-permanentes, para periodos de cuatro años con opción a reelegirse, y un miembro adicional para los no permanentes actuales.

Por supuesto, los jaloneos no se han hecho esperar. En Europa, Italia propone que la Unión Europea tenga un solo asiento, lo cual, lógicamente, es rechazado por Francia y Gran Bretaña. En Asia, China se opone a la candidatura de Japón, mientras que Paquistán y la India han trasladado su vieja rivalidad a este terreno. En África, Nigeria, el país más poblado del Continente, está en una cerrada lucha por el asiento con Sudáfrica, que tiene mejores credenciales democráticas. En América Latina, México ha insistido en que buscará ser parte del nuevo esquema, mientras que Argentina no se resigna a que su poderoso vecino -Brasil- se convierta en el representante de la región.

Esta discusión no debe frenar la aplicación de las demás iniciativas consideradas en el Reporte. A principios del año próximo, Kofi Annan resumirá los 10 puntos centrales en los que los países miembros deberán enfocarse. En septiembre, antes de que se celebre la reunión anual de la Asamblea General, se llevará a cabo una nueva Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno, en donde se verá si existe la voluntad de adoptar medidas concretas para darle un impulso renovado a la organización.

El momento, sin embargo, no parece ser el más propicio para emprender una reforma profunda. Estados Unidos no parece interesado en fortalecer a la ONU. Apenas hace unos días, su Embajador ante el organismo renunció de manera sorpresiva. Sin la participación activa de la única superpotencia global, ningún cambio de fondo podrá tener éxito. Además, Kofi Annan está bajo una gran presión, por el escándalo en torno al programa de "petróleo por alimentos" que operaba en el Iraq de Saddam Hussein, y en el cual se ha visto involucrado su hijo Kojo. Incluso, un congresista estadounidense ha pedido su renuncia.

Para México, la reforma de la ONU debería ser una prioridad de política exterior. Nuestro país necesita una Organización de las Naciones Unidas sólida y eficaz, que contribuya a equilibrar las enormes disparidades de poder que caracterizan al entorno global actual.

Pero no debemos hacernos demasiadas ilusiones. El gobierno del Presidente Fox ha propuesto al Canciller Luis Ernesto Derbez para dirigir a la OEA. Todavía no es claro si esta candidatura se concretará, pero, en todo caso, Derbez anunció aquí, en EL NORTE, que lo que en verdad le interesa es la política interna de México. Esperemos que nuestro país, junto con el resto de la comunidad internacional, no desperdicie esta magnífica oportunidad de inyectarle nueva vida a la ONU.

Grandes metas

Javier Treviño Cantú
El Norte
25 de noviembre de 2004

En el enrarecido ambiente político que se respira en nuestro país, los avances del proyecto para convertir a Monterrey en una Ciudad del Conocimiento son una bocanada de aire fresco. Sin embargo, no debemos perder de vista que esta iniciativa es sólo una de las palancas que debemos utilizar para elevar nuestra competitividad y generar empleos para los millones de jóvenes que se integrarán al mercado laboral en los próximos años.

México, como muchas otras economías "emergentes", enfrenta severas dificultades para competir en dos de los frentes de la globalización: la economía del conocimiento y la economía del salario mínimo. Para tener éxito en el frente de la alta tecnología se requieren instituciones de gobierno y académicas eficaces, capital para promover nuevos negocios, y gente con los conocimientos y las habilidades necesarios para innovar.

El segundo frente se basa en el uso de tecnologías ya existentes para realizar actividades rutinarias al menor costo posible. En nuestro caso, paradójicamente, todavía no podemos aspirar a competir con las potencias tecnológicas y, a la vez, nos hemos vuelto muy caros frente a otros países con mano de obra más barata, recursos naturales y energéticos más accesibles, y gobiernos dispuestos a ofrecer mayores incentivos a las empresas globales.

Como dice Geoffrey Garrett, el director del Centro Burkle de la Universidad de California en Los Angeles, somos parte de la alicaída "clase media global". Por una parte, como no se han concretado las reformas energética y laboral, no se logran reducir los costos de producción o de brindar servicios en México. Como no hay reforma fiscal, no hay suficiente inversión en infraestructura. Como no se ha impulsado una reforma regulatoria a fondo, el que intente abrir un negocio en México tardará en promedio 58 días, más del doble que el promedio de los países pertenecientes a la OCDE.

Por otra parte, tampoco logramos aprovechar las nuevas tecnologías. El semanario inglés The Economist dio a conocer el nuevo índice de la Sociedad de la Información de la firma IDC. En este estudio sobre el uso de computadoras, telecomunicaciones, acceso a internet y otros factores que reflejan la apertura de un país, México ocupó el lugar número 41.

Esto refleja las prioridades del Gobierno federal. En abril de este año se reformó la nueva Ley de Ciencia y Tecnología, con la intención de dedicarle 1 por ciento del PIB a la investigación científica y tecnológica en 2006. Apenas unos días después de publicarse el cambio en el Diario Oficial, el Poder Ejecutivo propuso reducir este gasto de 0.37 a 0.35 por ciento del PIB en su iniciativa de Presupuesto de Egresos para 2005.

Entre muchos otros ajustes -de acuerdo con datos publicados en EL NORTE el pasado 19 de noviembre-, los Diputados de oposición decidieron asignarle mil 500 millones adicionales a la investigación científica, para un total de 28 mil 852 millones de pesos. Ahora, tendremos que esperar para saber si la "impugnación jurídica" del Presupuesto que anunció el Presidente Fox también incluye esta cifra.

En cualquier caso, estamos hablando de una fracción de lo que le dedican otros países a este rubro fundamental. Si se mide la "inversión en conocimiento" -definida por la OCDE como la suma del gasto en investigación científica, educación superior y software- vemos que Suecia le dedica 7.2 por ciento de su PIB, Estados Unidos 6.8 por ciento y Finlandia 6.2 por ciento. En contraste, el porcentaje que le asigna México es menor al 2.5 por ciento.

Sin duda, convertir al conocimiento en el motor de un desarrollo económico sostenible no es una tarea sencilla. La India, por ejemplo, ha tenido un crecimiento espectacular en los servicios relacionados con la tecnología de la información. Pero este sector contribuye apenas con alrededor del 1 por ciento a su PIB y, sobre todo, ocupa en total a menos de un millón de personas.

Por su parte, la Unión Europea no ha logrado registrar los avances esperados para alcanzar el objetivo de convertirse en la "economía del conocimiento más dinámica y competitiva del mundo para el 2010". A pesar de contar desde el año 2000 con la llamada Estrategia de Lisboa, la mayoría de los países miembros no ha sido capaz de poner en práctica las reformas necesarias para crecer más rápido, emplear a un mayor porcentaje de su población y fortalecer su cohesión social.

En muchos sentidos, nuestro país enfrenta el mismo reto de la UE. Tenemos que cambiar para ser más productivos, y reformar nuestras estructuras económicas para generar millones de empleos. De otra manera, no podremos aprovechar el famoso "bono demográfico", gracias al cual veremos incorporarse a la población económicamente activa a más de 30 millones de jóvenes para el 2015.

También compartimos con Europa otro reto clave: generar confianza en que el futuro puede ser mejor. Probablemente ésa es la mayor virtud de la iniciativa para transformar Monterrey en una Ciudad del Conocimiento. Es un proyecto a largo plazo, que exigirá un liderazgo eficaz por parte del Gobierno estatal actual y los que le sigan, sin importar del partido que sean. Para dar frutos, la Ciudad del Conocimiento requerirá la participación activa de las universidades, del sector privado y de toda la sociedad.

La reciente firma del Convenio de Colaboración entre la UANL, la UDEM y el Tec de Monterrey, junto con la instalación del Consejo Interinstitucional, es un primer paso de gran importancia en este sentido que debemos celebrar.

Los ciudadanos tenemos que interesarnos e involucrarnos en este tema. Su éxito es indispensable no sólo para elevar nuestra competitividad, sino para demostrarnos a nosotros mismos que en Nuevo León seguimos siendo capaces de fijarnos y alcanzar grandes metas.

México - EU: Seguridad

Javier Treviño Cantú
El Norte
11 de noviembre de 2004

El revuelo causado por las declaraciones del Secretario de Energía vino a poner el punto sobre la "i" de la relación bilateral México-Estados Unidos. Apenas a un par de días de que se celebrara la Reunión Binacional, Fernando Elizondo confirmó, aquí en Monterrey, que la seguridad es el hilo conductor de toda la agenda entre los dos países.

Lo hizo no sólo por sus comentarios en relación con una supuesta coordinación entre las Fuerzas Armadas de ambos países para vigilar la zona petrolera mexicana en Campeche. La confirmación provino, más que nada, de la caótica respuesta del gobierno mexicano. Toda la atención se puso sobre el tema que más importancia tiene para nuestros vecinos, sin que se lograran aclarar los términos reales de la cooperación en este terreno clave.

La seguridad es la prioridad número uno del gobierno estadounidense. Es un tema "transversal", que toca todos los puntos de la agenda bilateral. Migración, lucha contra el narcotráfico, comercio, turismo, recursos fronterizos compartidos, cooperación energética y demás asuntos son vistos por nuestros vecinos a través de este complicado prisma.

El pasado 2 de noviembre, George W. Bush no sólo ganó de manera contundente la elección: obtuvo el respaldo inequívoco de la mayoría de los estadounidenses para seguir adelante con una agenda bien definida. A nivel interno, sus principales objetivos se concentran en tres áreas.

Primero, reducir aún más la participación del gobierno en la economía, privatizando parcialmente los servicios de seguridad social y salud pública. Segundo, impulsar el crecimiento, asegurando la permanencia de los recortes impositivos y buscando nuevas reformas fiscales. Tercero, reafirmar una cultura conservadora -basada en valores como la oposición al aborto y a los matrimonios entre personas del mismo sexo-, promoviendo la nominación de jueces que compartan su visión a la Corte Suprema de Justicia.

Es una agenda muy ambiciosa. Pero la verdadera prueba vendrá del exterior. Como señaló hace poco Henry Kissinger, durante los próximos cuatro años George W. Bush tendrá que enfrentar el escenario global más complejo de toda la historia. El lugar que finalmente ocupe en la historia y su legado político dependerán, sobre todo, de lo que ocurra en Iraq, del resultado final de la guerra contra el terrorismo, y de su capacidad para mantener la estabilidad de un mundo cada vez más peligroso.

Las elecciones en Iraq están programadas para llevarse a cabo a principios del año próximo. Si las cosas siguen como hasta ahora -y no hay razones para pensar que puedan cambiar radicalmente en un par de meses-, será prácticamente imposible que logren celebrarse de tal forma que produzcan un gobierno verdaderamente legítimo y competente. EU tendrá que decidir si mantiene en Iraq una presencia militar prolongada, o si buscará una "salida con honor" de las arenas movedizas en las que se metió.

Mientras más tarde en hacerlo, mayor será el costo por el impacto en el segundo asunto que ocupará la atención prioritaria del mandatario estadounidense: la lucha contra Al-Qaeda. Según Michael Scheuer -el analista de la CIA censurado por publicar en julio pasado el libro "Imperial Hubris"-, el gobierno estadounidense "no respeta la amenaza" planteada por Al-Qaeda. En su opinión, la mayoría de los funcionarios la considera una organización meramente "terrorista", que puede ser derrotada mediante el asesinato o el arresto de sus líderes y cuadros.

De acuerdo con Scheuer, el problema está en que Al-Qaeda es mucho más que eso. Es una organización "insurgente", de dimensiones aún desconocidas. Capaz de apoyar a otros movimientos y organizaciones que comparten los mismos objetivos, y de inspirar a los extremistas islámicos en todo el mundo para que sigan luchando contra Estados Unidos.

La lista de los demás asuntos que ya reclaman la atención del mandatario estadounidense es tan urgente como extensa. Afganistán y la contención de Corea del Norte e Irán. La proliferación de armas de destrucción masiva. La situación en Medio Oriente, incluyendo las implicaciones de la muerte de Yasser Arafat para el conflicto israelí-palestino. La recomposición de la relación trasatlántica con la "vieja" Europa. El fortalecimiento de alianzas coyunturales con países que van desde Polonia hasta Paquistán. La búsqueda de nuevos equilibrios en las relaciones con China y Rusia. Crisis humanitarias como la de Darfur en el Sudán. La propagación del sida en África y Asia. La situación en Cuba, Venezuela y Colombia. La rivalidad con Brasil en torno al Área de Libre Comercio de las Américas y, además, cualquier cantidad de asuntos imprevisibles.

En este contexto, las posibilidades de que EU le dedique una atención prioritaria a México son francamente reducidas. El Embajador Tony Garza y el aún Secretario de Estado, Colin Powell, insistieron esta semana en la importancia que tiene México para su país. Es cierto. Pero esa importancia deriva, ante todo, del impacto que tenemos en su seguridad.

Mientras México no logre entender la importancia fundamental y absolutamente prioritaria que tiene la seguridad en la agenda de EU -y parece que no hemos querido entenderlo-, será muy difícil que logremos avanzar en los temas que son prioritarios para nosotros. Empezando por una reforma a la legislación migratoria de los propios estadounidenses.

O diseñamos lo antes posible una nueva estrategia, que articule todos los asuntos de interés nacional en torno al tema central de la seguridad, o volveremos a perder la oportunidad de encontrar soluciones duraderas a los retos que compartimos ambos países.

Por una nariz

Javier Treviño Cantú
El Norte
28 de octubre de 2004

Entrando a la recta final, nadie sabe quién será el vencedor. Los dos contendientes han hecho todo lo posible para adelantarse a su rival, pero ninguno logró sacar una ventaja definitiva. Como en las grandes carreras, el que gane lo hará por una nariz. O tal vez habrá otro final de fotografía, y el triunfador tendrá que volver a ser decidido por los jueces.

A cinco días de la elección presidencial en Estados Unidos, prácticamente existen las mismas posibilidades de que gane el Presidente George W. Bush, o de que el Senador John Kerry sea el nuevo inquilino de la Casa Blanca. Después de la Convención Demócrata, Kerry logró ponerse a la cabeza en las encuestas. Pero en lugar de apretar el paso, se fue a practicar "wind surfing" a la costa atlántica.

Viniendo de atrás, el Presidente Bush aprovechó la Convención Republicana en Nueva York y retomó la delantera. Para muchos, su ventaja parecía definitiva. Nada más faltaban los debates por televisión. El resultado fue inesperado. Kerry logró emparejar la carrera con una resonante victoria en el primer encuentro. Ante una audiencia que superó las 62 millones de personas, Kerry logró transmitir una imagen "presidencial". En control de la situación, por primera vez sus planteamientos fueron breves y concisos.

En cambio, el Presidente Bush mandó todas las señales equivocadas. Se vio inseguro, repetitivo, enojado y a la defensiva. Incluso, sus operadores no lograron despejar del todo las dudas sobre el supuesto "apuntador" que parecía traer en su espalda, bajo el saco. El segundo y tercer debate fueron más equilibrados, pero el daño para el actual mandatario ya estaba hecho.

La televisión volvió a demostrar su gran poder. Las propuestas de los dos candidatos fueron igual de imprecisas. La diferencia estuvo en la imagen que proyectaron. Los sondeos de opinión volvieron a emparejarse. Desde el 13 de octubre -cuando se llevó a cabo el último debate-, la encuesta diaria del periódico Washington Post se ha mantenido prácticamente empatada. Tanto Bush como Kerry tienen, alternativamente, entre el 48 y 50 por ciento de las preferencias.

Aun así, existen varios factores que podrían inclinar la balanza en favor de uno de los dos contrincantes. Ralph Nader, el otro candidato, no supera el 1 por ciento de las preferencias electorales. Pero podría restarle votos a Kerry en nueve estados clave, incluyendo Florida.

Los electores indecisos podrían sumar entre 5 y 6 por ciento del total. En la mayoría de las encuestas, la diferencia entre Bush y Kerry es menor al margen de error, de entre 3 y 4 puntos porcentuales. Así, finalmente los indecisos podrían acabar decidiendo quién será el próximo Presidente de Estados Unidos.

Otro factor crucial será la capacidad de los partidos para lograr que la gente vaya a votar el próximo martes. Los dos han invertido mucho tiempo, dinero y esfuerzo para asegurar que sus bases acudan a las urnas. Se calcula que las organizaciones sociales que los apoyan, como Cámaras de Comercio y otras parecidas, han dedicado al menos unos 350 millones de dólares a realizar campañas de promoción del voto.

Por último, habrá que ver el impacto de la dura batalla cultural que se libró por el corazón y las mentes de los estadounidenses. El documental "Fahrenheit 9/11" recaudó más en las taquillas de los cines que muchas películas de Hollywood. Cantantes como Bruce Springsteen hicieron campaña a favor del Senador Kerry, mientras que Mel Gibson y otras estrellas del espectáculo apoyaron al Presidente Bush.

En esta lucha, la influencia de los medios puede ser decisiva. Algunos de los principales periódicos, como el Chicago Tribune y el Rocky Mountain News de Denver, se han pronunciado por el actual Presidente. El New York Times, el Washington Post, el Boston Globe y la revista The New Yorker lo han hecho a favor de Kerry.

Además, el camino todavía está lleno de obstáculos. A pesar de la limitada reforma electoral que se llevó a cabo en 2002 -la llamada "Help America Vote Act"-, existen las condiciones para que se repita una controversia como la de la elección presidencial del 2000. La carrera es tan cerrada que se puede volver a presentar una situación en donde un candidato gane el voto popular, pero no los votos suficientes para obtener el triunfo en el Colegio Electoral.

Las autoridades a nivel de los condados son las responsables de la organización electoral, y en ocasiones los funcionarios de casilla adoptan posturas claramente partidistas. Mucha gente puede verse impedida de votar por diversas causas. No existe un padrón electoral, ni una credencial de elector a nivel nacional. La mayoría de los estados no tienen reglas consistentes para llevar a cabo el recuento de los votos. Se usarán cinco distintos tipos de boletas y máquinas electorales, incluyendo las nuevas que parecen "cajeros automáticos", y que ya han generado muchas dudas y quejas. Un auténtico caos.

Los dos partidos esperan controversias legales de todo tipo. Han reclutado un ejército de abogados para cubrir todos los distritos en donde anticipan problemas, y están listos para desplazar equipos legales a donde haga falta. Nadie quiere que la Corte Suprema vuelva a determinar quién es el ganador. Pero una nueva caída del sistema podría hacer que por fin se decidieran a modernizar su arcaico aparato electoral.

A un paso de la meta, los estadounidenses tienen dos opciones. Pueden respaldar la nueva dirección en la que el Presidente Bush ha llevado a su país desde el 11 de septiembre de 2001. O pueden cambiar de líder "a mitad del río", apostando a que el Senador Kerry ponga en práctica nuevas estrategias para ganar la triple guerra que enfrentan: contra los insurgentes en Iraq, contra Al Qaeda en el resto del mundo, y contra la pérdida de empleos y competitividad en casa.

En el mejor de los casos, el próximo martes sabremos qué decidieron. En el peor, habrá que esperar hasta que los jueces declaren de nuevo quién fue el vencedor. Si en el siglo pasado las elecciones se ganaban por tres cuerpos, ahora se pierden por una nariz.