Tuesday, December 30, 2008

Visibilidad cero

Javier Treviño Cantú
El Norte
31 de diciembre de 2008

Después de todos los acontecimientos imprevistos que vivimos en 2008, nadie puede aventurarse a hacer la más mínima predicción de lo que nos tiene reservado el nuevo año que comienza.

Llegamos al 2009 en un entorno de incertidumbre extrema. La visibilidad es casi nula, y en ese contexto la toma de decisiones se dificulta enormemente. Necesitamos un buen radar. Como nunca antes, estar bien informados se convierte en una prioridad y, si bien no hay forma de anticipar lo que sucederá, sí es posible identificar algunos procesos que determinarán en buena medida lo que vaya ocurriendo durante el año.

A grandes rasgos, los acontecimientos de 2009 girarán en torno a cuatro temas:

1. La evolución de la crisis económica global. Hace un par de semanas, el prestigiado Instituto Internacional de Finanzas dio a conocer sus proyecciones de una desaceleración a nivel mundial, que afectará tanto a los países desarrollados como al resto de las economías emergentes. La forma en la que se logre estabilizar la situación dependerá de la eficacia de los programas que aplique cada gobierno.

El más trascendente, sin duda, será el de Estados Unidos. El equipo del presidente electo Obama ya ha anticipado que su paquete inicial de estímulo económico rondará los $850 mil millones de dólares. Es una cifra monstruosa, que busca generar un efecto psicológico para despejar dudas acerca de su compromiso, pero el truco estará en la capacidad de ejecutar los proyectos de gasto con eficacia y rapidez. Obama y su equipo recibirán un bautizo de fuego, desde el primer minuto que estén a cargo de las riendas de una economía que sigue siendo fundamental para el resto del mundo.

2. La definición de nuevos paradigmas sobre las funciones económicas del Estado. Por una parte, es evidente que el Estado debe asumir un papel más activo para regular con mayor eficacia los mercados, fortalecer los motores que impulsen el desarrollo económico y, lo más importante, brindar apoyos a los millones de personas que se verán afectadas por la recesión global y los ajustes estructurales subsecuentes. Por la otra, no existe un consenso sobre la forma de alcanzar equilibrios mucho más sólidos, y ahí se centrará buena parte de la discusión.

Estamos en un campo minado. El movimiento pendular hacia una presencia más activa de los gobiernos frente a los mercados puede tomar formas contraproducentes. La reactivación de políticas comerciales proteccionistas, o de políticas industriales para favorecer a “campeones nacionales”, podría desatar una competencia mercantilista que desarticule todo el sistema económico global.

3. Los reacomodos geopolíticos, a raíz de la crisis económica y la llegada del nuevo gobierno estadounidense que encabezará Barack Obama. Los avances logrados por diversas potencias emergentes gracias al crecimiento económico global, junto con el descrédito de las políticas unilaterales seguidas por el gobierno Bush, les han permitido ganar terreno en la competencia geopolítica e ideológica con la única superpotencia. A pesar de que contarán con menos recursos para desarrollar agresivas —y costosas— políticas exteriores por la desaceleración y factores como la caída en los precios del petróleo, será difícil que estos países cedan los espacios ocupados sin chistar.

Ahora, el tablero geopolítico mundial empezará a reacomodarse de nuevo con la llegada de Obama. Las decisiones que tome para atender los numerosos pendientes que le deja la administración Bush —desde la salida de Irak hasta la entrada a nuestro país vía la Iniciativa Mérida— y establecer su propia agenda, irán marcando la pauta y los márgenes de maniobra, tanto para sus contrincantes más destacados —China, Rusia, Irán, Venezuela—, como para sus presuntos aliados, incluyendo a México.

4. El grado de atención a una amplia agenda global. Uno de los principales espacios donde se reflejará la renovada competencia geopolítica será en el ámbito multilateral, empezando por la forma de encarar la primera gran crisis económica de la globalización contemporánea.

Hasta ahora, las respuestas han sido de carácter casi exclusivamente nacional. En los primeros meses de 2009 veremos si los resultados de las distintas acciones gubernamentales permiten reducir el sentido de urgencia y posponer indefinidamente los cambios de fondo que demanda el sistema financiero internacional, o si durante la próxima reunión del G20 —inicialmente programada para realizarse en abril—, un agravamiento generalizado de la situación hará que finalmente la comunidad de naciones se decida a plantear un auténtico Bretton Woods 2.0.

Además de este tema central, el mundo también deberá dar respuestas concertadas a otra serie de asuntos urgentes, como el cambio climático, el combate al terrorismo y el genocidio, el desarrollo de fuentes energéticas renovables, la inseguridad alimentaria, y dos cuestiones que no han recibido una atención tan amplia, pero que son de importancia estratégica para México: el ordenamiento de los flujos laborales migratorios y el combate al crimen organizado transnacional.

Así, en 2009 veremos cómo se desenvuelve cada país en un escenario turbulento de crisis sistémica y, lo único seguro, es que debemos estar preparados para lo inesperado.

Wednesday, December 17, 2008

Hora de definiciones

Javier Treviño Cantú
El Norte
17 de diciembre de 2008

México cierra el año con grandes retos diplomáticos. Hacia el sur, aparece marginado por el creciente liderazgo de Brasil. Hacia el norte, se le percibe igualmente excluido de la América del Norte anglófona, con pocas posibilidades de impulsar una mayor integración regional sobre las bases de un TLC cuestionado por la entrante administración Obama. México no tiene muchas opciones, y el tiempo para tomar decisiones que lo proyecten como un actor internacional aún más relevante se agota.

Hoy termina la primera Cumbre de América Latina y el Caribe que se realiza en Brasil. La reunión representa la culminación de un año extraordinario para el gigante sudamericano. El presidente Lula ha transformado las crisis (financiero-económica, alimentaria, ambiental y energética) en una oportunidad para consolidar la percepción internacional de Brasil como la única gran potencia emergente de Latinoamérica.

Por supuesto, no todo ha sido fácil. Los esfuerzos orientados a consolidar el liderazgo regional de Lula han generado roces con varios de sus vecinos. En este contexto, mandatarios como el presidente de Paraguay, Fernando Lugo, han pedido que México “asuma con más fuerza el protagonismo que le corresponde”.

El panorama hacia el norte tampoco luce promisorio. Si bien el presidente electo Obama ha nominado para formar parte de su gabinete a varias personalidades familiarizadas con la agenda mexicana, la posibilidad de que nombre a Xavier Becerra como representante comercial genera preocupación. Becerra ha declarado que se arrepintió de votar a favor del TLC de América del Norte, lo cual indica que existe la posibilidad de que el próximo gobierno estadounidense proceda a “revisar” el tratado.

El TLC ha cumplido sus objetivos: en 15 años, el comercio entre México, Estados Unidos y Canadá se triplicó, mientras que los flujos regionales de inversión directa se multiplicaron por cuatro. Sin embargo, el TLC ya alcanzó su límite. La única ventaja competitiva que sigue vigente es nuestra cercanía geográfica, pero la desaprovechamos.

No existe un proyecto viable para construir sobre el TLC una nueva etapa de integración más eficiente. De hecho, en Canadá algunos sectores consideran al TLC como un lastre para su propia relación bilateral con Estados Unidos, y el anuncio de que buscará negociar un acuerdo con la Unión Europea que contemple plena movilidad laboral, indica que sus miras ya están puestas en otro horizonte.

México corre el riesgo de quedar cada vez más aislado, tanto de Latinoamérica, como de Norteamérica. Sus opciones parecerían reducirse a tres:

1) Replantear a fondo su presencia en alguna de los dos polos. En el caso de Sudamérica, eso significaría incorporarnos a Unasur con el apoyo de países como Chile —expresado públicamente hace poco en las páginas de Reforma por su embajador Germán Guerrero Pavez—, y convertir las diferencias entre Brasil y su bloque de países opositores en una oportunidad para incrementar nuestra presencia. En el caso de Norteamérica, implicaría tomar la revisión del TLC como bandera propia, para impulsar una ruta que conduzca a una relación integral más equilibrada.

2) Concentrar todos sus recursos disponibles (diplomáticos, financieros, tecnológicos, culturales) en fortalecer su papel como potencia regional en Centroamérica. Esta relación es clave para combatir al crimen organizado y generar condiciones que contribuyan a la estabilidad social del área. En todo caso, no sería una tarea fácil: la Unión Europea, China, Rusia, Venezuela, Brasil y hasta Irán—sin mencionar a Estados Unidos— compiten por la atención de los distintos países centroamericanos.

3) Mantener el status quo. Desafortunadamente, quizás sea la opción más probable. El gobierno mexicano se muestra satisfecho con sus avances graduales, y parece dispuesto a apostar por la “continuidad” de la actual agenda bilateral con Estados Unidos, por la aplicación de un plan Puebla-Bogotá de alcances limitados, y por una presencia relativamente marginal en Sudamérica que le evite mayores confrontaciones.

La tercera opción sería una apuesta de alto riesgo, porque 2009 será un año de definiciones. En un entorno de cambio estructural, “nadar de muertito” parecería ser la peor decisión.

Dada la probabilidad de una reunión entre el presidente Calderón y Barack Obama antes de su toma de posesión, el gobierno mexicano ya debe contar con un plan para que México reciba atención prioritaria por causas distintas a su categorización como un “Estado fallido”. El concepto de la “corresponsabilidad” ha demostrado su utilidad, pero es momento de definir qué quiere México de su relación con Estados Unidos para ir más allá de los lugares comunes.

A pesar de los buenos deseos expresados por reconocidos expertos y personalidades como Carlos Fuentes, las posibilidades de un “eje México-Brasil” son muy reducidas. Los dos países son competidores naturales, y si bien existe un amplio espacio para la cooperación, o México le disputa con inteligencia y decisión el liderazgo regional e internacional, o simplemente Brasil se reafirmará como la única potencia emergente que represente a Latinoamérica en los foros donde se tomarán las decisiones para atender la urgente agenda global. Llegó la hora de las definiciones.

Tuesday, December 02, 2008

Las lecciones de la elección

Javier Treviño Cantú
El Norte
3 de diciembre de 2008

Los partidos políticos mexicanos ya se están preparando para la elección del 2012, por lo que sus estrategas deberían considerar siete lecciones que nos ofrece la elección presidencial de Estados Unidos:

1) En política, no hay enemigo pequeño. Cuando Obama anunció su candidatura, pocos lo tomaron en serio. Políticamente hablando, era un desconocido a nivel nacional. No pertenecía a una dinastía política, y no tenía bases de apoyo significativas. Su falta de experiencia, nombre y raza lo hacían parecer inelegible. Por ello, Hillary Clinton y John McCain cometieron el error de subestimarlo.

2) Una buena organización es la base del éxito. McCain, un republicano “atípico”, recurrió a un grupo de asesores cercanos a Karl Rove, el arquitecto de las victorias de Bush en 2000 y 2004. El resultado fue una campaña plagada de contradicciones. Hillary se rodeó de los consultores demócratas más reconocidos, y cotizados. Le diseñaron una campaña tan tradicional y costosa que, además de perder, todavía debe millones de dólares. En cambio, Obama dirigió una campaña impecable. Gracias a la estrecha coordinación entre los estrategas encabezados por David Axelrod; los empresarios y voluntarios que se les unieron; y los consejeros de confianza, incluyendo a su esposa Michelle y mentores como Valerie Jarrett, Obama logró mantener una estricta disciplina que evitó filtraciones y mensajes contradictorios. Durante casi dos años, eso le dio una consistencia ejemplar a su discurso.

3) El mensajero es el mensaje. McCain buscó proyectarse como un republicano diferente, pero tuvo que cargar con el legado de Bush. Hillary intentó reafirmarse como una candidata con peso político propio, pero la sombra de su esposo, el ex presidente Clinton, hizo que muchos dudaran en re-elegir a una pareja presidencial. Obama literalmente encarnó su mensaje de cambio, lo cual hizo que fuera convincente.

4) Las campañas negativas tienen un impacto limitado. Los ataques contra McCain fueron más eficaces, porque tenían mayor sentido: representaba la continuidad de las políticas que condujeron a la guerra contra Irak y la crisis económica. Por el contrario, los intentos para descalificar a Obama por su origen, nombre y relación con personalidades controvertidas, resultaron contraproducentes.

5) La televisión sigue siendo básica. Las cifras lo dicen todo: más de 30 millones vieron el infomercial de 30 minutos estelarizado por Obama. Entre junio y octubre, Obama gastó cerca de 300 millones de dólares en difundir casi 420 mil anuncios, mientras que McCain dedicó 132 millones para transmitir 270 mil spots.

6) Los medios 2.0 ya son determinantes. Lo más novedoso de la reciente elección fue la capacidad de Obama y su equipo para darle un uso estratégico a Internet y la conectividad de banda ancha. YouTube se convirtió en un canal de comunicación directo, y en una plataforma para multiplicar esfuerzos creativos independientes. Algunos estudios indican que Obama sumó 6 veces más amigos en MySpace que McCain, y 5 veces más en Facebook. En su portal my.barackobama.com se registraron más de 1.5 millones de cuentas; se volvió un espacio no sólo de información y socialización, sino también de organización. Sus seguidores formaron más de 35 mil grupos de apoyo y realizaron 150 mil eventos relacionados con la campaña. Sobre todo, convirtió su sitio en una ventanilla multi-media para recaudar más de 700 millones de dólares provenientes de 3 millones de donantes. Con ello, Obama trascendió las barreras tradicionales de la política partidista para cambiar la forma de hacer campaña y, posiblemente, también de gobernar.

7) Los partidos se están quedando chicos. La lección más trascendente del triunfo de Obama fue que los partidos siguen siendo indispensables para obtener la nominación a la presidencia, alcanzar el triunfo y gobernar, pero ya no son suficientes. Los medios 2.0 permiten ir más allá de las bases políticas tradicionales. Obama tiene bases de datos con millones de direcciones y correos electrónicos de ciudadanos que pueden —y esperan— ser movilizados para poner en práctica el cambio prometido.

Esta forma de democracia participativa no sólo se está popularizando en Estados Unidos. En México vemos cómo se multiplican los movimientos “legítimos” para defender el petróleo, pelear por la dirigencia del PRD, o regresar a la arena política después de protagonizar videos recibiendo fajos de dólares con sus respectivas ligas.

Sin duda, contar con el apoyo directo de millones de ciudadanos puede ser un instrumento electoral y de gobierno muy poderoso. Sin embargo, no se puede perder de vista que también entraña un gran riesgo. Si ese movimiento ciudadano es olvidado por su candidato después de tomar el poder; si sus esperanzas de cambio no son satisfechas; o, peor aún, si su ideario es “traicionado” desde el gobierno, pude voltearse en contra y desatar una inestabilidad social de consecuencias incalculables.

Rumbo a la elección en México del 2012, los precandidatos que mejor aprovechen desde ahora el “modelo Obama 2.0” de movilización social tendrán una enorme ventaja, por el peso que seguirán ganando los electores jóvenes. Quedan tres años para comprobar si ese modelo también sirve para gobernar.

Tuesday, November 18, 2008

El futuro de las Américas

Javier Treviño Cantú
El Norte
19 de noviembre de 2008

El pasado fin de semana participé en un foro de análisis por los primeros 25 años del Instituto de las Américas. Asociado a la Universidad de California en San Diego, se fundó en 1983 para promover mayores esfuerzos de cooperación basados en un diálogo constructivo entre funcionarios, empresarios y académicos de las diversas “Américas”.

La discusión giró en torno a dos grandes temas: la forma en que América Latina ha evolucionado en este último cuarto de siglo y los retos que enfrenta, así como el panorama para el futuro de las relaciones ante la llegada de la próxima administración estadounidense que encabezará el presidente Obama.

El ex-embajador y director del Instituto, Jeffrey Davidow, reseñó los avances políticos y sociales de Latinoamérica. Destacó la forma en que un creciente número de ciudadanos se relacionan con sus gobiernos en términos distintos a los del pasado, por logros como las leyes de transparencia y acceso a la información. Sin embargo, también se advirtió que, en muchos sentidos, los ideales de libertad y democracia siguen siendo simples aspiraciones.

El reto fundamental es mejorar la calidad de la democracia. En general, como lo muestran los indicadores del Latinobarómetro —publicados por The Economist la semana anterior—, el apoyo en la región a los sistemas de gobierno democráticos está creciendo, pero en muchos países existe una frustración por su incapacidad para producir avances más rápidos y tangibles.

Según el Latinobarómetro, eso hace que se siga idealizando a líderes fuertes, que le “resuelvan” sus problemas al ciudadano. En ese sentido, el riesgo es que ocurra una regresión hacia gobiernos autoritarios, que lleguen por la vía electoral y traten de mantenerse indefinidamente en el poder cambiando las reglas constitucionales.

Una posible respuesta a ese reto estructural, está en reforzar las bases locales de gobierno, mediante administraciones eficientes, alianzas público-privadas y una mayor participación ciudadana. Al menos en el caso de México, el diagnóstico parece certero: para fortalecer nuestra democracia, habría que empezar por extender los periodos de los gobiernos municipales, reforzar su captación directa de ingresos tributarios, y dotarlos de facultades legales para aplicar soluciones locales a sus problemas específicos.

El segundo gran reto de Latinoamérica es su baja competitividad. A pesar de los logros relativos en los últimos años, las economías de la región todavía son muy vulnerables a los impactos externos. En buena medida, siguen siendo exportadoras de productos con poco valor agregado, presentan grandes rezagos en infraestructura, y cuentan con sistemas educativos deficientes e instituciones débiles.

Al igual que en el terreno político, lo que se necesita es mejorar la calidad del crecimiento económico. Para ello, es clave aplicar el Estado de Derecho, adoptar nuevos esquemas educativos, y fomentar una colaboración entre gobiernos, empresas y universidades, sobre la que se pueda construir una auténtica cultura de competitividad.

Inevitablemente, también se discutió el efecto de la crisis mundial. El ex-presidente Ernesto Zedillo se encargó de resaltar la necesidad de no caer en tentaciones proteccionistas y sí, en cambio, de ampliar la integración a la economía global.

Por otra parte, se señaló que el fin de la Guerra Fría y la Unión Soviética hicieron que Latinoamérica desapareciera del radar de la política exterior estadounidense. Ahora, ante la agresiva presencia en la región de Rusia, China, Irán, e incluso la Unión Europea, quizás los Estados Unidos se verán forzados a dedicar más atención a sus vecinos.

Para James Stavridis, el almirante que dirige el Comando Sur de los Estados Unidos, lo primero es erradicar de cada funcionario estadounidense la idea de que Latinoamérica es el “patio trasero” de la superpotencia. Ante el crecimiento de la población de origen latino en ese país, los destinos de todo el continente están más entrelazados que nunca, y la única forma de prosperar juntos, es trabajando juntos.

Mack McLarty —quien fuera jefe de gabinete en la Casa Blanca durante la administración Clinton y uno de los impulsores de la Cumbre de las Américas— reconoció que la región tal vez no será prioritaria al inicio del nuevo gobierno, pero que seguramente la administración demócrata buscará darle un enfoque más serio a sus políticas, particularmente en tres áreas: comercio, migración y energía.

McLarty no fue muy optimista sobre la posibilidad de una reforma migratoria integral durante el primer año de la administración Obama. En cambio, le restó importancia a las supuestas tendencias proteccionistas del demócrata, señalando que el TLC de América del Norte no se verá afectado en forma significativa. McLarty es una persona cercana al círculo de colaboradores que rodean al presidente electo, por lo que ojalá tenga razón.

En suma, las conclusiones del foro fueron que América Latina sigue siendo vulnerable, pero que cuenta con mejores bases que antes para mejorar la calidad de sus democracias y de su competitividad económica. Si bien la región no recibirá demasiada atención por parte del próximo gobierno de los Estados Unidos, los retos comunes le exigirán buscar esquemas de cooperación más eficaces.

Tuesday, November 04, 2008

Memorándum

Javier Treviño Cantú
El Norte
5 de noviembre de 2008


Para: Barack Obama, Presidente electo de Estados Unidos
Asunto: Relación bilateral con México
Prioridad: Máxima

Permítame felicitarlo. Después de una extraordinaria campaña electoral, ha obtenido un triunfo histórico. Ahora, sin la menor experiencia ejecutiva, deberá hacerse cargo de un país sumido en su peor crisis financiera y económica desde la Gran Depresión, con varios frentes de guerra abiertos, en un marco mundial de inseguridad energética, alimentaria y ambiental, proliferación armamentista y reacomodo geopolítico estructural.

Las expectativas de cambio que generó son gigantescas, e imposibles de satisfacer. Las condiciones en que llega al poder pondrán a prueba todas sus capacidades. Deberá definir su agenda de política interna y exterior, nombrar un gabinete que sea rápidamente confirmado por el Congreso, y supervisar la ejecución disciplinada del programa de rescate y sus nuevas iniciativas. Sobre todo, deberá evitar la trampa de rendirse ante la tiranía de lo urgente sobre lo importante.

En este contexto, sería un error considerar que las relaciones con México son un tema secundario, que puede ser atendido en “piloto automático” por la burocracia.

México demanda una atención prioritaria por cuatro razones:

1) Su estabilidad es un asunto de seguridad nacional para Estados Unidos. México está librando una auténtica guerra contra el crimen organizado y la inseguridad pública. Es una lucha sangrienta que está destruyendo el frágil tejido social del país y amenaza con ubicarlo en la categoría de Estado fallido. La perspectiva de un México en llamas, y sin válvulas de seguridad que alivien la presión, es un lujo que el próximo gobierno de Estados Unidos simplemente no se puede dar.

2) El TLC de América del Norte es determinante para el crecimiento de México y, por lo tanto, para la recuperación de Estados Unidos. México y Canadá son sus socios comerciales más confiables. Ante la dimensión de la crisis, poner en riesgo uno de sus motores económicos más dinámicos equivale a darse un balazo en el pie.

3) Su gobierno necesitará distanciarse de posturas unilaterales para demostrar el cambio prometido. El mejor lugar para empezar es cerca de casa: con sus vecinos norteamericanos. Por otro lado, México ya es socio estratégico de la Unión Europea, y Canadá está buscando su propio acuerdo con esa región. La relación transatlántica puede alcanzar un mayor peso si se plantea en términos regionales, y no sólo nacionales.

México también será un interlocutor clave en América Latina, donde el bloque opositor a Washington está ganando terreno con el apoyo de sus verdaderos rivales estratégicos: Rusia y China. Además, desde su asiento no permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU y su participación en el G5 y G20, México deberá ser tomado en cuenta a la hora de armar la nueva arquitectura financiera, comercial y política de la era global.

4) La solución integral del tema migratorio no podrá ser pospuesta. El electorado hispano fue clave para su triunfo, y la falta de atención a sus demandas pondría la reelección en peligro. En una sociedad polarizada por una creciente desigualdad económica, Estados Unidos no debe mantener una clase marginada y criminalizada, ni puede resolver por sí solo un reto de naturaleza multi-nacional.

Por lo anterior, se recomienda:

1) Establecer un canal de comunicación directo entre la Casa Blanca y Los Pinos para atender situaciones de emergencia, y apresurar la confirmación de un subsecretario de Estado para América Latina con experiencia y espíritu constructivo.

2) Dedicar toda la atención y recursos necesarios para asegurar el éxito inicial de la Iniciativa Mérida, y ampliar su alcance a corto plazo. Este programa es indispensable para la viabilidad de la lucha del gobierno mexicano contra el crimen organizado, y puede sentar las bases de una verdadera alianza basada en la corresponsabilidad.

3) Aclarar su postura sobre el TLC, para evitar malos entendidos, fricciones contraproducentes y riesgos innecesarios que contaminen el resto de la agenda bilateral. Durante la campaña, no se despejaron las dudas sobre su supuesto proteccionismo, ni se resolvieron las contradicciones entre sus principales asesores sobre este tema.

4) Ampliar la estructura institucional bilateral sobre los cimientos de la Alianza para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte. La ASPAN tiene muchos defectos, pero ha permitido establecer valiosos espacios de diálogo y coordinación, que pueden servir para desarrollar una mayor competitividad y seguridad comunes.

5) Incluir a México en la solución integral al reto migratorio. Sin la participación de México, y de otros países con altos flujos de migrantes hacia Estados Unidos, cualquier opción unilateral solamente ofrecerá un alivio parcial a un problema sistémico.

6) Reunirse con el Presidente Felipe Calderón antes de la inauguración oficial del 20 de enero. Igual que en 1993, cuando se acordó con el entonces Presidente electo Clinton el rescate del TLC, es prioritario que ambos mandatarios lancen una señal contundente, de que la cooperación se fortalecerá para luchar contra los enemigos comunes, profundizar la integración económica y buscar soluciones imaginativas a los retos globales.

Wednesday, October 22, 2008

Termina un ciclo

Javier Treviño Cantú
El Norte
22 de octubre de 2008

El primer ciclo de la política exterior del Presidente Felipe Calderón está por terminar. A punto de cumplir dos años, la actuación internacional del gobierno mexicano puede calificarse como exitosa. Sin embargo, el escenario donde deberá desempeñarse a partir de ahora está cambiando rápidamente. La pregunta es si su equipo está preparado para anticipar lo que viene y, más importante aún, para ajustar estrategias que permitan construir sobre lo que ya se ha logrado avanzar.

A grandes rasgos, se pueden identificar reacomodos en al menos cuatro dimensiones:

1) El plano bilateral. La próxima elección en Estados Unidos exigirá definiciones. Desde la continuidad de mecanismos como la ASPAN hasta medidas urgentes para definir la renegociación del TLC con una probable administración Obama, se necesitan prever las nuevas pautas que orientarán la relación bilateral.

La búsqueda del equilibrio, mediante la ratificación de nuestro país como socio estratégico de la Unión Europea, sigue a la espera de un contenido preciso. Aún no conocemos el verdadero alcance de lo que debería ser uno de los logros más importantes del Presidente Calderón, pero que hasta ahora parece haber sido subestimado por sus propios promotores.

2) El plano regional. Hacia el norte, la negociación entre Canadá y la Unión Europea de un acuerdo comercial que incluiría la liberación de flujos laborales, muestra que una mayor integración norteamericana es cada vez más ilusoria. Esto indica la seriedad con la que el Primer Ministro Harper toma las tendencias proteccionistas en Estados Unidos, y debería representar una señal de alerta adicional para nosotros.

Hacia el sur, el proceso de fragmentación está tratando de ser contenido por el liderazgo del Presidente brasileño Lula da Silva. Fortalecido después de su intervención en la reunión de UNASUR, donde fijó las claves para resolver la explosiva situación en Bolivia, Lula convocó a una cumbre extraordinaria de mandatarios latinoamericanos en diciembre. El objetivo sería “tender puentes” entre todos los mecanismos de integración regional, pero seguramente será percibida como la confirmación de su liderazgo fáctico, con lo que se pondrá a discusión el papel que realmente juega nuestro país en el área.

3) El plano multilateral. Además de generar propuestas alternativas al desgastado Fondo Verde para justificar la participación en el G5, el gran reto será enfrentar la tormenta perfecta que puede desatarse en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Todos aprovecharán para medir el carácter y la determinación de la nueva administración estadounidense. Nuestros vecinos esperarán contar con el apoyo de sus aliados “naturales”, incluido México, y eso nuevamente pondrá a prueba nuestra capacidad para mantener un grado de independencia relativa frente a la superpotencia.

La vez anterior, el rechazo de nuestro país a la guerra contra Irak fue la decisión correcta. Al mismo tiempo, constituyó un “estudio de caso” sobre la forma en la que no se debe conducir un proceso de toma de decisiones donde está en juego el interés nacional. Veremos si se aprendió algo de una experiencia que México no puede repetir bajo ninguna circunstancia.

4) El plano global. La crisis financiero-económica que inició en Estados Unidos y ya afecta a todo el mundo, está propiciando llamados a la reconstrucción de la arquitectura internacional para hacer frente a los retos globales del siglo XXI. A la inseguridad ambiental, energética, alimentaria, humana (tanto para los millones de personas que siguen viviendo en pobreza extrema como para los migrantes indocumentados) y a la amenaza criminal o terrorista, ahora se suma la inseguridad provocada por la persistencia de enfoques nacionales para regular fenómenos radicalmente globales, cuya expresión más sofisticada son los mercados financieros interconectados 24/7/365.

En la reunión del pasado fin de semana con los presidentes Sarkozy de Francia y Barroso de la Comisión Europea, George W. Bush ofreció realizar una cumbre en diciembre, basada en el modelo de Bretton Woods que dio origen al sistema financiero internacional actual. El problema es que ya son evidentes las marcadas diferencias en los enfoques de Estados Unidos, Europa y las potencias emergentes con mayor peso económico, particularmente China.

Ante un posible escenario de desencuentros que agrave aún más la difícil situación económica global, es necesario preguntarnos si México ya está definiendo propuestas concretas que aporten elementos a la discusión, y si contamos con representantes a la altura de los que asistieron a la histórica reunión de 1944, entre los que se contaban economistas de la estatura intelectual de Víctor L. Urquidi.

Después de un arranque promisorio, este año el gobierno del Presidente Calderón ha enfrentando numerosas dificultades para traducir buenas iniciativas de política pública en acciones oportunas. Frente a la rapidez con la que evolucionan los acontecimientos, más valdría empezar a definir los ajustes a nuestras estrategias internacionales, para que el siguiente ciclo de nuestra política exterior siga destacándose por una eficaz capacidad de previsión y una impecable ejecución coordinada.

Wednesday, October 08, 2008

Batallas bicentenarias

Javier Treviño Cantú
El Norte
8 de octubre de 2008

El viernes pasado, el IFE inició formalmente el proceso electoral federal 2008-2009. En nuestro viejo sistema métrico sexenal, las elecciones intermedias para renovar la Cámara de Diputados — así como las gubernaturas de Nuevo León y otros cinco Estados, 469 diputaciones locales y 620 alcaldías— marcan el primer gran “corte de caja” para la administración en turno, los partidos políticos y, también, para las autoridades electorales encargadas de conducir y validar jurídicamente los resultados.

Sobre todo, los comicios federales a mitad del camino representan un “referéndum” sobre la actuación del gobierno y el partido en el poder. Hasta el momento, el panorama que puede anticiparse parecería poco favorable para la administración del Presidente Calderón, el PAN y sus aliados políticos.

Ante una limitada capacidad para aplicar iniciativas contra-cíclicas, el impacto de la crisis financiera global puede magnificarse con el endurecimiento de medidas proteccionistas por parte de Estados Unidos. Igualmente, resulta difícil considerar que en menos de un año se perciba una mejoría notable en la seguridad del país.

Hace poco más de una década, la derrota del PRI en las elecciones legislativas de 1997 acabó convirtiéndose en la puerta por donde entró la alternancia democrática en el 2000. Ahora, esa misma puerta quizás esté por volverse giratoria. Aún es temprano para hacer pronósticos, pero al día de hoy, las encuestas indican que la tendencia electoral a favor de PRI va creciendo, particularmente entre los votantes indecisos.

A las ventajas con que contaría el PRI frente al PAN, se suma una “izquierda” dividida por luchas intestinas y la persistencia del movimiento que dirige López Obrador. Algunas encuestas indican que las preferencias en favor del PRD se mantendrían estables, en su nivel “histórico” cercano al 15%. Otras muestran una caída más pronunciada, que le representaría haber perdido más de la mitad de los electores que votaron por este partido en 2006.

Como se comprobó en la reciente elección para la alcaldía de Acapulco, las fracturas perredistas sólo benefician a los partidos rivales. Frente al creciente rechazo ciudadano del movimiento lopezobradorista, numerosos analistas han señalado que el dirigente parece haber descartado la lógica electoral, optando por una radicalización que implicaría dar por perdidas las elecciones del 2009.

Desafortunadamente, este escenario parece factible. La intención de buscar oportunidades que contribuyan a la polarización de la sociedad mexicana, en lugar de ofrecer propuestas constructivas dentro de los cauces institucionales para resolver nuestros pendientes, en efecto apunta hacia una racionalidad extra-electoral.

Lo más grave de este escenario es que las elecciones intermedias apenas son la antesala de un momento singular y, potencialmente, mucho más divisivo. Tanto en México como en el resto de América Latina, la conmemoración en 2010 del Bicentenario de la Independencia —y, en nuestro caso, también del Centenario de la Revolución Mexicana—, se perfila ya como una batalla para apropiarse de su significado simbólico.

La celebración de los distintos movimientos latinoamericanos de independencia representa una oportunidad histórica para brindarle un sentido renovado a los factores culturales que le dan una identidad distintiva a cerca de 700 millones de personas en un mundo globalizado. Esa fue, por ejemplo, la idea detrás de la propuesta —planteada en la Cumbre de Santiago de Chile, donde el Rey Juan Carlos lanzó su famoso ¿Por qué no te callas?— para impulsar el Primer Congreso de la Cultura Iberoamericana, que acaba de efectuarse en la Ciudad de México con la participación de los Príncipes de Asturias.

Sin embargo, coyuntura del Bicentenario también ofrece una oportunidad inigualable a los opositores de cada gobierno latinoamericano en funciones, y a los impulsores de nuevos esquemas geopolíticos en una región donde el vacío que han dejado los Estados Unidos busca ser ocupado por otras potencias.

Sin duda, una de éstas es la misma España. Con una visión de largo plazo y evidente voluntad política, ese país le está dando un carácter estratégico a sus relaciones con la región. Más allá del avance que han registrado muchas de sus empresas emblemáticas en nichos de mercado claves —como energía, banca y telecomunicaciones—, España parece apostarle a su poder suave para consolidar una plataforma de influencia cultural en Latinoamérica que la fortalezca ante sus principales socios europeos.

En cambio, en México, a nivel federal todo lo relacionado con la Comisión para los festejos del 2010 se ha visto empañado por la falta de un proyecto claramente definido y por intrigas burocráticas (Reforma, Templo Mayor, 01/10/08). Con ello, lo único que se ha logrado es pavimentar el camino para que los opositores del gobierno —desgastados y cargando a cuestas una humillante derrota electoral en 2009—, intenten dar una batalla bicentenaria para dividir a los mexicanos.

Hace casi un año, Enrique Krauze (El Norte, Algunas ideas para el bicentenario, 28/10/2007) citaba a John Womack, señalando que “los Centenarios son fechas peligrosas para México". Lamentablemente, no parece que hayan leído su artículo en Los Pinos.

Wednesday, September 24, 2008

Esperanza

Javier Treviño Cantú
El Norte
24 de septiembre de 2008

En el México actual, manifestar cualquier clase de optimismo parece ser una costumbre en peligro de extinción. La realidad cotidiana -y la percepción que tenemos de ella a través de los medios de comunicación- sin duda nos ofrece muchas razones para creer que los pesimistas, en efecto, son optimistas medianamente bien informados.

A pesar de todos los retos que enfrentamos, no podemos perder la esperanza en el futuro de nuestra nación. La riqueza natural que todavía encierra México; el grado de desarrollo económico e institucional que hemos alcanzado; el peso específico dentro del sistema internacional que nos dan nuestra historia y nuestra ubicación geoestratégica, y, sobre todo, la calidad humana de los millones de mexicanos que se esfuerzan todos los días para superarse, nos dan elementos para matizar la visión pesimista que amenaza con afianzarse entre nosotros ante cada nueva noticia trágica.

Sin ir más lejos, en las mismas páginas de EL NORTE podemos encontrar numerosas historias alentadoras. Durante las últimas semanas, al leer este diario es posible comprobar avances en áreas fundamentales para el desarrollo de nuestro Estado y, por lo tanto, de nuestro País. Ya sea en el terreno educativo, de la investigación académica, la participación ciudadana o el éxito de jóvenes emprendedores, es posible descubrir razones para creer en nuestra capacidad de salir adelante. Tan sólo veamos uno cuantos ejemplos.

A finales de agosto se dieron a conocer los resultados de Enlace. Como ocurre en la mayor parte del País, en Nuevo León las instituciones privadas obtuvieron las mejores calificaciones. Sin embargo, como se resaltó en este diario, varias escuelas públicas lograron destacar: la secundaria Profr. Jesús M. Campos, de Cadereyta, obtuvo el primer lugar; la Profr. Emilio Rodríguez Cortés, también de Cadereyta, ocupó el tercer sitio; y la Guelatao, de Santa Catarina, quedó en séptimo lugar. Más importante aún: de las 10 secundarias que registraron un mayor avance con respecto a la puntuación obtenida en el 2007, ocho son públicas.

La voluntad de apoyar a estudiantes de bajos recursos también ha sido reseñada por este diario. A principios de mes, informó que la asociación Dividendo de Generosidad entregó becas a 150 estudiantes, desde primaria hasta profesional, de Fomerrey, Topo Chico y Tierra y Libertad, con la condición de mantener un promedio académico por arriba de 9. Unos días después, EL NORTE narró la historia de Elio Leonardo Aguilar, un estudiante de Ciénega de González que, gracias a su dedicación, obtuvo ayuda para estudiar inglés en el Camber College de Canadá.

La importancia de reconocer a estudiantes de excelencia ha sido debidamente subrayada por EL NORTE. Registró el homenaje que hizo la UANL a Mariana Sánchez Villarreal, por haber obtenido la medalla de plata en la 19 Olimpiada Internacional de Biología, celebrada en la India, y difundió que a los 38 niños regios que ganaron en la Olimpiada del Conocimiento Infantil 2008, la Secretaría de Educación estatal y la Fundación BBVA-Bancomer les otorgaron una beca mensual de mil pesos durante sus tres años de secundaria, así como una laptop a cada uno.

En estas semanas, EL NORTE también ha dado cuenta de los esfuerzos que realizan las universidades de nuestro Estado para mejorar su calidad. En el 39 aniversario de la UDEM, reseñó el nuevo énfasis que la universidad busca darle a sus tareas de investigación. Informó sobre la participación de la UANL en una red de universidades latinoamericanas y nórdicas, enfocada en temas de desarrollo sustentable. En el 65 aniversario del Tec, resaltó su labor para evaluar a los alumnos con exámenes estandarizados a nivel internacional, y luego difundió el acuerdo establecido con Microsoft que, entre otras cosas, ayudará a capacitar profesores de educación básica en el uso de nuevas plataformas tecnológicas.

Por otra parte, este diario ha registrado una creciente participación ciudadana que fortalece la cohesión de nuestra sociedad. Las actividades en Marco para promover la lectura entre los niños; la presentación del álbum con 16 piezas musicales de compositores de Nuevo León; el espectáculo multimedia para celebrar el centenario del Palacio de Gobierno; la presencia masiva de jóvenes en la marcha contra la inseguridad, y el trabajo que realizan organizaciones sociales en favor de niños con capacidades diferentes o las personas de la tercera edad son muestras del sentido renovado de comunidad que pueden impulsar los medios de comunicación.

Por último, EL NORTE también ha presentado historias de éxito de emprendedores, que pueden inspirar a muchos otros más. Un caso es el de Arturo García Rodríguez, que logró publicar su libro, "El Ocaso del Cristianismo", en la editorial electrónica Create Spaces, parte de la famosa compañía de ventas por internet Amazon. Otro es el de César Cantú y Gilberto Caballero, quienes en una década lograron convertir a su compañía de pirotecnia para espectáculos y eventos en la número uno del País, gracias al uso de las computadoras y las nuevas tecnologías.

Con estos ejemplos de logros, y con una cobertura periodística que le dedica atención a temas relevantes para nuestro avance, ¿se puede perder la fe en México?

Wednesday, September 10, 2008

Al filo de la butaca

Javier Treviño Cantú
El Norte
10 de septiembre de 2008

Los estudios Warner Bros. anunciaron recientemente la decisión de posponer el estreno de la nueva película sobre el famoso aprendiz de mago, “Harry Potter y el misterio del príncipe”. Estaba programada para noviembre, y ahora sus seguidores tendrán que esperar hasta julio de 2009 para disfrutarla. Las protestas no se han hecho esperar; miles de correos electrónicos “amenazantes” han sido enviados a sus ejecutivos.

Sin embargo, los que disfrutan una buena película de suspenso, pueden encontrar una opción en otro espectáculo mediático, que también tiene a millones de espectadores al filo de sus asientos en todo el mundo: la elección presidencial de los Estados Unidos.

El guión del proceso electoral de nuestros vecinos ha tenido tantos imprevistos, que puede compararse a una novela de misterio llevada a la pantalla grande. Para empezar, los “protagonistas”, el demócrata Barack Obama y el republicano John McCain, no eran los favoritos, pero ambos “vinieron de atrás” para asegurar sus nominaciones.

McCain representa con toda naturalidad el papel del veterano de guerra. Está frente a la última oportunidad de su carrera política. Igual que los héroes solitarios en las películas del oeste, no sólo tiene que vencer a su rival demócrata, sino que también debe enfrentarse a su propio partido, para convencer al público de que ofrece un cambio.

Obama ha asumido con aplomo su rol protagónico. Es el símbolo del sueño americano: de raza negra y orígenes modestos, logró llegar al pie de la cumbre gracias a su talento, a su educación, y al esfuerzo para inventarse a sí mismo. Parafraseando a Marshall McLuhan, su historia personal y dominio del escenario, lo convierten en un medio en sí mismo para proyectar el mensaje del verdadero cambio.

Los “actores de reparto” para la vicepresidencia también han dinamizado la contienda. A diferencia del Senador Joe Biden —aparentemente escogido por Obama para compensar su falta de experiencia internacional—, McCain volvió a demostrar su carácter imprevisible al seleccionar a la gobernadora de Alaska, Sarah Palin.

Por un instante, la noticia de que su hija soltera de 17 años estaba embarazada, pareció indicar que McCain había cometido un error. Aún así, éxito del discurso de Palin en la convención republicana de Minnesota volvió a darle otro giro a la carrera.

McCain va a destacar su independencia partidista para insistir en que representa el cambio, pero necesita el apoyo de las bases republicanas más conservadoras si quiere ganar. Palin puede serle útil: miembro de la poderosa Asociación Nacional del Rifle, es una protestante evangélica opuesta al aborto y a favor de la enseñanza del creacionismo, la corriente de pensamiento que pretende ofrecer una alternativa a la teoría de la evolución.

Más de 38 millones de estadounidenses vieron por televisión el discurso de aceptación de Obama, y casi 40 millones el de McCain. A partir de ahora, la mayoría de los electores del vecino país van a empezar a revisar las propuestas de los candidatos y a buscar una narrativa convincente.

En las próximas ocho semanas, vamos a presenciar una batalla sin cuartel por la presidencia de Estados Unidos. Seguramente habrá más de una sorpresa, altibajos constantes en las encuestas (y en las apuestas), ataques y contraataques. También veremos riesgos y oportunidades para países como el nuestro.

El gobierno mexicano ha intentado ser cuidadoso en no tomar partido por algún candidato. Después de la visita de McCain a México, fueron evidentes sus esfuerzos para tratar de que Obama viniera a equilibrar la balanza. Una pequeña delegación, encabezada por el embajador Arturo Sarukhán, asistió a las dos convenciones. Desafortunadamente, cuando todo parecía marchar de acuerdo a un guión bien ensayado, el subconsciente pareció traicionar al Presidente Felipe Calderón.

El miércoles pasado, una nota atribuida a la agencia AP citaba declaraciones del mandatario mexicano: “Sé que el candidato Obama tiene un gran apoyo de la comunidad mexicana y mexicana-americana, y ojalá que la agenda que están planteando en materia migratoria la cumplan esta vez... pero a la vez sé que el señor McCain tiene un mayor conocimiento de la realidad mexicana”.

Pocos días después, Notimex difundió ampliamente otra nota, en donde se reproducían fragmentos de la entrevista que el abanderado republicano concedió a Jorge Ramos, de la televisora Univisión. Señaló que Felipe Calderón “está luchando en estos momentos por el alma de su país” en contra del crimen organizado (y) “tenemos que ayudarlo”.

La declaración no tiene nada de malo. Todo lo contrario. Pero la forma en que la divulgó la Agencia de Noticias del Estado Mexicano, puede generar la percepción de que se está produciendo una coincidencia de posturas entre el gobierno mexicano y uno de los candidatos a la presidencia de Estados Unidos.

Son dos llamadas de atención. Ojalá alerten a todos los interesados en el cuidado de las formas, para reducir el riesgo de que se malinterprete la postura de un gobierno que, por definición, debe ser absolutamente neutral en la cerrada elección que está por resolverse en los Estados Unidos.

Wednesday, August 27, 2008

Camino sinuoso

Javier Treviño Cantú
El Norte
27 de agosto de 2008

Mañana termina la convención del Partido Demócrata con la nominación oficial de Barack Obama como candidato a la presidencia de Estados Unidos. Sin experiencia en la administración pública ni logros destacados en su corta carrera legislativa, logró estar en el lugar correcto y en el momento indicado, para convertirse en el emblema de una nueva generación que busca superar la barrera racial y darle un sentido renovado de propósito a la superpotencia.

El triunfo electoral de Obama no está asegurado. A pesar del profundo desencanto con la saliente administración Bush, encuestas recientes indican que la contienda está prácticamente empatada. Su oponente republicano, John McCain, ha logrado sembrar dudas sobre la capacidad de Obama para dirigir a Estados Unidos en un mundo plagado de amenazas. En especial, su reacción al choque entre Rusia y Georgia, ayudó a reafirmar la percepción de que está mejor preparado para enfrentar crisis internacionales.

Sin embargo, la política exterior nunca ha definido el resultado de una elección presidencial en Estados Unidos. Como siempre, la economía es lo que más le preocupa a los electores. Esta tendencia se ve reforzada por tres factores: 1) la profundización de la crisis financiera; 2) el regreso de la inflación; 3) la desigualdad en el ingreso de las familias estadounidenses.

El derrumbe del mercado hipotecario de alto riesgo se ha convertido en lo que el Financial Times calificó como “la peor crisis financiera enfrentada por occidente en los últimos 70 años”. Hace unos días, la agencia Eurostat reportó que el PIB de la Unión Europea se contrajo 0.1 por ciento en el segundo trimestre. El de Japón disminuyó en 0.6 por ciento, y el de Estados Unidos apenas creció 0.5 por ciento. Además, en julio el índice de precios al consumidor en este último país registró su mayor incremento en 17 años, al elevarse 5.6 por ciento.

Las dificultades de los bancos de inversión y las principales compañías hipotecarias de Estados Unidos, han hecho que se restrinja el crédito a los consumidores. Ello amenaza con trasladar la crisis del sector financiero a la economía real, incluyendo sectores como la industria automotriz, en donde las tres principales compañías de Detroit enfrentan la etapa más delicada de su historia. A este complejo panorama se suma la peor desigualdad del ingreso en Estados Unidos desde los años 20 del siglo pasado.

Según David Leonhardt, del New York Times, el consenso entre los asesores económicos de Obama es que la desigualdad representa un problema más grave que la falta de crecimiento. Por ello, proponen una redistribución del ingreso, mediante un aumento de impuestos para las familias que ganan más de 250 mil dólares al año y reducciones prácticamente para todas las demás, así como una inversión anual de 50 mil millones de dólares en infraestructura y energía renovable.

Habrá que esperar para ver cómo reaccionan los electores estadounidenses ante las propuestas redistributivas de Obama. También habrá que esperar a ver quién gana la elección, para saber qué políticas en realidad impulsará la próxima administración. En cambio, no tenemos que esperar para saber dos cosas: primero, que las dificultades económicas en Estados Unidos no se resolverán pronto; y, segundo, que se está generando un nuevo consenso en favor de que el Estado juegue un papel más activo en el terreno económico.

Para México, estos dos hechos tienen implicaciones directas. Si bien el impacto de la desaceleración estadounidense ha sido menor al que se podía anticipar, sus efectos ya empiezan a resentirse. Las recientes cifras dadas a conocer por el INEGI, indicaron que el crecimiento anualizado al segundo trimestre fue de 2.1 por ciento, muy por debajo de las expectativas que tenían la mayoría de los analistas.

La integración de la planta productiva mexicana al sector industrial y manufacturero de Estados Unidos es cada vez más profunda. Si la crisis financiera del vecino país en efecto se traslada al resto de la economía, México se encuentra en una posición extremadamente vulnerable.

Esto exige redoblar esfuerzos para elevar nuestra competitividad, diversificar los mercados de exportación y fortalecer el mercado interno, pero sin poner en riesgo el control de la inflación, con luchas por el control de la política monetaria como las que hemos visto entre las autoridades de Hacienda y el Banco de México.

Sin duda, al igual que está ocurriendo en el resto del mundo, los distintos niveles de gobierno y el Congreso tienen que jugar un papel más activo para apoyar un mayor crecimiento sostenible de la economía. Para transitar por este camino sinuoso, hay que cerrar filas y acelerar el paso, sin olvidar las lecciones del pasado, y estando muy atentos a lo que ocurre en el exterior.

La velocidad de los cambios está por acelerarse con la llegada de la próxima administración estadounidense. Si no estamos preparados para aprovechar las oportunidades que ofrezca esa coyuntura, así como los riesgos que también puede plantear, vamos a estar en una situación de mayor desventaja. Por lo pronto, la plataforma económica de Barack Obama que surja de la Convención Demócrata, es un referente obligado para evaluar cómo nos puede pintar el panorama a corto plazo.

Wednesday, August 13, 2008

Gobernadores de película

Javier Treviño Cantú
El Norte
13 de agosto de 2008

Hoy inicia la reunión 26 de la Conferencia de Gobernadores Fronterizos (CGF) de México y Estados Unidos. Esta vez, el encuentro anual corre a cargo del Gobernador de California, Arnold Schwarzenegger. Como era de esperarse, el actor de origen austriaco transformado en político estadounidense, no escatimó esfuerzos para convertir el evento en un auténtico espectáculo al mejor estilo de Hollywood.

Schwarzenegger logró que General Electric patrocinara la reunión. Eso permitirá que los 10 gobernadores discutan sobre sus retos comunes en un escenario de película: los Estudios Universal. El tema que orientará sus pláticas será la “construcción de economías verdes”; es decir, que sean ambientalmente sustentables. Es un tema en el que California busca ir a la vanguardia y, a la vez, un área de negocios en la que GE tiene un creciente interés.

Algunos consideran que esta Conferencia se ha vuelto un ritual sin mayor trascendencia. Con el paso del tiempo, lo que empezó en 1980 como un intento para resolver asuntos urgentes, se ha ido reduciendo a un espacio para expresar simples deseos de impulsar una mayor cooperación, y a una oportunidad para que el anfitrión en turno promueva su imagen.

Para combatir la percepción de que es un evento rutinario, la CGF también ha caído en la tentación de buscar cada año un nuevo asunto en el cual concentrarse. En lugar de enfocarse en asegurar que los proyectos previamente definidos avancen con rapidez y eficacia, cada gobernador busca imprimirle un sello particular al encuentro.

Esta situación se ve empeorada por una de las principales limitaciones del mecanismo: la CGF no tiene una estructura institucional permanente, que esté dedicada a darle seguimiento sistemático a los esfuerzos que cada gobierno estatal lleva a cabo dentro del marco de colaboración.

Otro aspecto que tiene en común la CGF con encuentros como la reciente cumbre en Japón del G8 y las economías emergentes del G5, es que muchos de los factores que inciden sobre los retos que pretenden superar los gobernadores escapan a su control y capacidad de decisión. En el caso particular de la zona fronteriza, buena parte de las soluciones a los complejos problemas que se enfrentan en esta región no pueden provenir de las capitales estatales, sino que deben surgir tanto de la ciudad de México como de Washington.

Por su propia naturaleza, las respuestas integrales a retos como la inseguridad que provocan las organizaciones criminales transnacionales, la falta de infraestructura para responder al crecimiento de los intercambios comerciales, o la necesidad de replantear las políticas para ordenar los flujos migratorios, necesariamente tendrían que definirse de manera conjunta en las capitales de los dos países, y luego aplicarse en estrecha coordinación con los gobiernos fronterizos.

A pesar de todas las críticas que se le hacen, en los últimos años la CGF ha empezado a mostrar un mayor dinamismo. El número de programas que se desarrollan a través de 13 mesas de trabajo ha crecido significativamente. De igual forma, se han impulsado foros para analizar tendencias globales de negocios o la participación de empresas pequeñas y medianas en las cadenas de suministro de compañías ubicadas en clusters industriales.

En la Conferencia del 2007, realizada en Sonora, los gobernadores también decidieron hacer un mayor esfuerzo para estrechar relaciones con los gobiernos de ambos países. En febrero de este año, los gobernadores fronterizos se reunieron en Washington con el Presidente Bush y los secretarios de Seguridad Territorial, de Comercio y del Interior. A finales de mayo, estuvieron en la Ciudad de México para entrevistarse con el Presidente Calderón y nueve miembros de su gabinete.

La continuidad de los proyectos llevados a cabo por la CGF, y la coordinación con las instancias federales, representan una buena señal, porque todo lo que contribuya a un mejor manejo de la compleja zona fronteriza es positivo. Como lo muestra el magnífico libro que publicó en diciembre pasado la Universidad de Texas, sobre 50 años de cambio en la frontera México-EU, se necesita encontrar respuestas locales a los retos de una integración irreversible entre las comunidades de la región.

En 2009, Monterrey será la sede de la CGF. En lugar de buscar un nuevo tema coyuntural para re-etiquetar la reunión, y de que el Parque Fundidora se convierta en un escenario hollywoodense, quizás se podría plantear algo en verdad diferente, que ayude a fortalecer el carácter institucional de la Conferencia.

Entre otras posibilidades, por lo pronto se pueden pensar en cuatro opciones: 1) Comisionar un diagnóstico integral de los principales retos de la frontera; 2) establecer una secretaría permanente, dedicada a concretar los proyectos de cooperación; 3) compactar las mesas de trabajo, para darle una atención prioritaria a no más de seis áreas, incluyendo seguridad, migración, competitividad, medio ambiente, salud y educación; y 4) formalizar las reuniones anuales con los presidentes de los dos países y sus gabinetes.

El próximo año veremos si asistimos a la misma película de siempre, o al estreno de un capítulo que realmente marque la diferencia en la historia de la Conferencia de Gobernadores Fronterizos.

Wednesday, July 30, 2008

Nunca rendirse

Javier Treviño Cantú
El Norte
30 de julio de 2008

Uno de los efectos del cambio demográfico en nuestro país se refleja en la creciente demanda de una educación universitaria de mayor calidad. Según el Consejo Nacional de Población, la actual generación de jóvenes de entre 15 y 24 años es la más numerosa en la historia de nuestro país. En cinco décadas se cuadruplicó, al pasar de cinco millones en 1950, a 20 millones en 2005. En los próximos dos años alcanzará su nivel máximo; el CONAPO calcula que para 2010 las personas de esa edad sumarán 21.5 millones.

Lamentablemente, sólo 10 por ciento de estos jóvenes logran llegar a la universidad. De acuerdo con cifras de la SEP, el número total de estudiantes que cursan alguna licenciatura universitaria ha crecido de 1.7 millones durante el ciclo escolar 2000-2001, a 2.1 millones en el correspondiente a 2005-2006. De este último ciclo egresaron poco más de 288 mil jóvenes, y unos 186 mil de ellos se titularon.

Terminar una carrera y graduarse es un gran logro en sí mismo. Sin embargo, apenas es el comienzo de la siguiente etapa, en donde los conocimientos, las habilidades y el carácter de los jóvenes egresados serán puestos a prueba de inmediato. Con la intención de ayudarles a entender algo de lo que les espera en el mundo real, muchas universidades invitan a ex-alumnos y otros oradores exitosos, para que les hablen de sus propias experiencias y los retos que han tenido que superar.

En Estados Unidos, por ejemplo, las ceremonias de graduación se han convertido en un gran acontecimiento. Al igual que en todo lo demás, las principales universidades compiten ferozmente para atraer a las personalidades más destacadas. En los últimos años, algunos de los discursos pronunciados se han vuelto famosos, ya sea por la popularidad del invitado, o porque realmente sus palabras encierran lecciones valiosas. En especial, cinco de ellas quizás podrían ser útiles para las nuevas generaciones de egresados universitarios, sin importar de qué país sean:

1) Confiar en uno mismo. Paradójicamente, uno de los discursos más comentados es el que pronunció Steve Jobs en 2005, ante los estudiantes de Stanford. Jobs es el director de Apple, una de las compañías más reconocidas del mundo, pero nunca terminó la universidad. Dejó el Reed College al poco tiempo de haber entrado, aunque siguió tomando clases que le interesaban. Una de ellas era de caligrafía, a la cual no le veía ninguna aplicación práctica. Sin embargo, cuando unos años más tarde desarrolló la primera computadora personal Macintosh, lo que aprendió en esa clase fue clave para su éxito y el de una larga lista de productos electrónicos, como el iPod o el iPhone, que se han convertido en símbolos del diseño más sofisticado.

2) Aprender de los tropiezos. Ese fue uno de los mensajes centrales del discurso que dio hace poco en Harvard la famosa escritora J.K. Rowling, autora de la serie de libros sobre el mago Harry Potter. Siete años después de graduarse, su vida era un fracaso de proporciones “épicas”. Sin un trabajo estable, con la responsabilidad de mantener a su hija después de un breve matrimonio fallido y sin mayores apoyos, se concentró en lo que siempre había querido hacer: escribir. El fracaso le enseño a distinguir lo esencial, y ello se convirtió en la base sobre la que reconstruyó su vida, hasta convertirse en una de las mujeres más ricas e influyentes del mundo. Todos cometemos errores, pero la diferencia está en la disposición para aprender de ellos y volverlo a intentar.

3) No confundir la vida con el trabajo. La presentadora de televisión estadounidense Oprah Winfrey también es una personalidad con una gran influencia. En junio pasado dio el discurso de graduación en la universidad de Stanford, y enfatizó algo que parece obvio, pero que se puede perder de vista ante las presiones del trabajo y los compromisos que se van adquiriendo en la vida. En cualquier profesión, el éxito exige muchos sacrificios, pero si se sacrifica todo lo demás, los logros no pueden ser plenos. Por ello, les pidió a los egresados de esa universidad que nunca dejaran de buscar la felicidad. Y, para Oprah, la felicidad consiste en ayudar a los demás.

4) Actuar con responsabilidad social. Ese fue el mensaje de otro exitoso empresario y filántropo que no terminó la universidad. Casi 30 años después de haber dejado Harvard para fundar Microsoft, Bill Gates regresó en 2007 para recibir un doctorado honoris causa y dirigirse a los alumnos que estaban por graduarse. Ante la persistencia en muchas partes del mundo de retos tan complejos como la pobreza, la desigualdad, las enfermedades endémicas y el deterioro ambiental, les recordó a los estudiantes de Harvard que tienen la responsabilidad de aplicar parte de su talento, recursos y tiempo a buscar soluciones innovadoras para superarlos.

5) Nunca rendirse. Ese fue el mejor consejo de Winston Churchill a los egresados de la Harrow School en octubre de 1941, en plena Segunda Guerra Mundial. Por supuesto, su discurso tenía un sentido bélico, por el momento crítico que enfrentaban. Sin embargo, sus palabras siguen teniendo vigencia y son una guía para cualquier joven de hoy: “Nunca se rindan, nunca se rindan, nunca, nunca, nunca —ante ningún reto, por grande o pequeño que éste sea...”.

Wednesday, July 16, 2008

Falta liderazgo

Javier Treviño Cantú
El Norte
16 de julio de 2008

Los resultados alcanzados en la reciente cumbre de los siete países más industrializados y Rusia, el G8, destacaron por su pobreza. Además, la falta de voluntad política para institucionalizar la participación de China, India, Brasil, Sudáfrica y México, el G5, en la búsqueda de soluciones a los retos globales más urgentes, demostró los límites de la arquitectura internacional establecida desde mediados del siglo pasado.

Sobre todo, la reunión celebrada en Japón se caracterizó por un grave déficit de liderazgo que está impidiendo la definición de políticas concertadas, para ir más allá de los retos del momento y emprender una amplia reforma del sistema multilateral.

El Consejo de Seguridad de la ONU y muchos otros organismos ya no responden a los nuevos equilibrios de poder. Lo malo es que mecanismos de concertación más compactos, como el G8, están resultando disfuncionales. El cambio climático, los altos precios de energéticos y alimentos, la crisis del sistema financiero y otros desafíos globales, sólo pueden resolverse mediante esfuerzos conjuntos entre las naciones desarrolladas y las potencias emergentes.

El problema es que los gobiernos no han construido el consenso sobre los cambios que se necesitan. En la cumbre de Japón, la posibilidad de formalizar la ampliación del G8 para incluir a las economías emergentes, de nuevo fue rechazada. Ante la supuesta inquietud por la atención que recibiría China si se destacaba el papel del G5, el gobierno anfitrión decidió invitar adicionalmente a Australia, Corea del Sur e Indonesia, para combatir el calentamiento global. La iniciativa no prosperó.

El G8 sólo propuso “considerar y adoptar como meta una reducción de 50% en las emisiones globales para el año 2050”. No hubo estrategia para lograrlo, ni claridad en el año que se tomaría como base para medir la tarea. El planteamiento fue rechazado por el G5: insistió en que los países desarrollados son los que más deben reducir sus emisiones, entre 80 y 95% para 2050, tomando como referencia los niveles de 1990.

También se manifestaron diferencias entre los países emergentes. En particular, la propuesta que ha estado impulsando el Presidente Calderón para crear un Fondo Verde se topó con un proyecto similar de China, por lo que el G5 únicamente acordó “evaluar” ambos proyectos.

Entre otros, tres factores explican los pobres resultados (e incluso la ausencia de frases memorables) en estas cumbres anuales: 1) la burocratización de un mecanismo originalmente más informal; 2) la constante ampliación de la agenda; y 3) el choque natural de intereses, entre naciones desarrolladas que buscan mantener su hegemonía y países en proceso de crecimiento que intentan ejercer mayor influencia.

Pero, más que nada, la incapacidad para definir acuerdos fundamentales sobre el mejor rumbo a seguir, se debe a la falta de un liderazgo eficaz que haga frente a las dinámicas condiciones del entorno actual.

En parte, ello obedece a la coyuntura política. El mundo está a la espera del cambio de gobierno en Estados Unidos. La mayoría de los mandatarios europeos no atraviesan por su mejor momento. El peso de las potencias emergentes aún es insuficiente para llevar la voz cantante. Y las contradicciones de China difícilmente la convertirán en el modelo universal.

Por otra parte, quizás el viejo concepto del liderazgo monolítico tampoco sea la respuesta para un mundo a-polar. Se necesita una nueva visión. Valdría la pena que los miembros del G8 y del G5 analizaran al menos dos tipos de liderazgo.

El primero es lo que mi profesor de Harvard, Joe Nye, llama “liderazgo transformativo”: la capacidad para articular una nueva visión y lograr que los demás se sumen a ella para concretarla. La “inteligencia contextual” es determinante para ejercerlo, ya que permite “entender un entorno cambiante y alinear los recursos disponibles con las metas fijadas para ir a favor de las tendencias prevalecientes, y no en contra de ellas”. Esto implica ajustar el estilo de liderazgo a distintas situaciones, de manera que se tomen en cuenta las necesidades de los demás. La clave está en darle sentido a ese liderazgo, al definir el proyecto común e inspirar un esfuerzo colectivo.

El segundo tipo es contra-intuitivo. Se trata del “liderazgo compartido”, un concepto desarrollado por el profesor Craig Pearce, de la Universidad de Claremont. De acuerdo a sus estudios, en la economía del conocimiento se necesitan equipos de especialistas para resolver retos específicos cada vez más complejos. En lugar de una estructura rígida y jerárquica, con una sola persona al frente y todos los demás siguiéndolo, las organizaciones más eficientes comparten el liderazgo. Dependiendo de la tarea, la persona con mayores conocimientos, experiencia y habilidad para dirigir encabeza el esfuerzo.

La aplicación de un liderazgo de esta naturaleza en el terreno empresarial implica muchas dificultades y, sin duda, llevarlo a la esfera de la política global requiere una gran imaginación. Sin embargo, la cumbre del G8 confirmó que las soluciones tradicionales para los nuevos problemas que está enfrentando la comunidad internacional no lograrán grandes resultados. Por ello, quizás sea hora de empezar a pensar en opciones diferentes, como el “liderazgo compartido”.

Wednesday, July 02, 2008

El viaje de McCain

Javier Treviño Cantú
El Norte
2 de julio de 2008

La idea de la integración norteamericana se ha vuelto un tema políticamente tóxico en los tres países. Ahora, las visitas de John McCain a Canadá y México (además de Colombia) muestran que este proceso de creciente interrelación regional ha rebasado el plano comercial para desbordarse hasta el terreno de la política interna. Nos hemos convertido en actores directos de una elección cada vez más inusual.

McCain, el candidato republicano a la Presidencia de Estados Unidos, siempre ha sido un político poco ortodoxo, y sabe que debe distanciarse de de la administración Bush para tener posibilidades de ganar. También sabe que las diferencias de matiz no serán suficientes para contrarrestar el cambio que ofrece su rival demócrata, Barack Obama.

John McCain está buscando modificar toda la narrativa de la contienda para posicionarse como un lider que ofrece seguridad, por su experiencia en temas de política exterior y compromiso con el libre comercio. El problema es que va a contracorriente de un electorado más preocupado por la desaceleración económica y el supuesto efecto negativo del TLC, que por el futuro de Irak o las amenazas a su seguridad nacional.

Haciendo honor a su reputación, McCain decidió introducir un elemento novedoso y atractivo para los medios, pero a la vez arriesgado, al llevar su campaña fuera de Estados Unidos. Si bien Obama está moderando su discurso proteccionista, sus principales asesores han confirmado que irá por algún tipo de renegociación comercial con sus dos vecinos. Por ello, el tema central de las visitas realizadas por McCain a Canadá y México está precisamente orientado a contrastarse con su rival, al manifestar su compromiso para mantener el TLC en sus términos actuales, así como a impulsar el acuerdo comercial pendiente de aprobarse con Colombia.

McCain también intenta reafirmar su imagen de liderazgo en materia de seguridad, insistiendo en que apoyará la cooperación para combatir al crimen organizado. Es un tema vital para Colombia, y en nuestro país está adquiriendo una importancia trascendental con la aprobación de la Iniciativa Mérida.

Además, McCain espera que la visita le ayude con los electores hispanos. Recientemente participó —al igual que Obama— en la convención de la Asociación Nacional de Funcionarios Latinos Electos y Designados (NALEO), donde reiteró que le dará prioridad a la reforma migratoria. Este año votarán más de 9 millones de latinos, y a finales de mayo una encuesta de Gallup le dio una ventaja a Obama sobre McCain de 62% contra 29% entre este segmento del electorado.

La audacia electoral de McCain le ha acarreado críticas, pero también ha despertado interés en su campaña. Su decisión implica riesgos, pero le ofrece la oportunidad de hacer crecer su candidatura frente a un oponente con un mayor atractivo mediático. Si McCain quiere demostrar que tiene estatura de Estadista, en lugar de centrarse en temas electoreros de corto alcance, como la falsa disyuntiva entre renegociar el TLC o dejarlo como está, quizás debería atreverse a proponer un proyecto verdaderamente de largo alcance, para impulsar una mayor integración de América del Norte.

Tendría que ser un proyecto basado en el respeto a la soberanía de cada país, y en políticas integrales que tomen en cuenta la asimetría de los tres países, para articular bajo un mismo paraguas los cuatro grandes temas de la agenda regional: 1) competitividad económica, comercial y energética; 2) cooperación equitativa sobre seguridad, para enfrentar amenazas externas comunes y retos compartidos, como el manejo de recursos transfronterizos; 3) desarrollo de un mercado laboral migratorio funcional; y 4) creación de nuevos centros de estudios especializados e intercambios educativos y culturales mucho más ambiciosos.

Robert Pastor, uno de los promotores más consistentes de esta idea, señala en su más reciente artículo (Foreign Affairs, julio-agosto) que el tema se ha convertido en rehén de presentadores de televisión populistas, grupos antiinmigrantes, organizaciones sindicales y teóricos de la conspiración. No está equivocado. En YouTube circula un video, supuestamente visto casi 6 y medio millones de veces, en donde se narra una disparatada fantasía sobre la forma en la que fuerzas oscuras buscan apoderarse del área para crear una sola nación.

Hasta ahora, la única respuesta por el mismo medio ha provenido de un comediante, Drew Carey, quien defiende al TLC con el argumento de que el verdadero enemigo para los trabajadores estadounidenses no somos los mexicanos, sino los robots. Puede ser, pero sin duda son más convincentes los argumentos de especialistas como Pastor.

Hay quienes afirman que McCain lleva las de perder en la elección presidencial frente a Obama. En cualquier caso, ésta será la primera y última oportunidad que tenga de ocupar la Casa Blanca. No debería desperdiciarla con propuestas “de cajón”, así sean tan favorables para México como la intención de respetar el TLC, apoyar la Iniciativa Mérida y buscar una reforma migratoria. Ahora sería el momento para demostrar altura de miras. Si de verdad quiere ir a contracorriente, debería promover el fortalecimiento de toda América del Norte.

Wednesday, June 18, 2008

¿Un peligro para Estados Unidos?

Javier Treviño Cantú
El Norte
18 de junio de 2008

La semana pasada estuve en Washington, para participar en una conferencia organizada por el Mexico Institute del Centro Woodrow Wilson, sobre las elecciones en Estados Unidos y su impacto en la relación bilateral con nuestro país. La pregunta que todo el mundo se hizo es ¿quién le convendría más a México, Barack Obama o John McCain?

La mayoría cree que McCain ofrece mejores perspectivas. Sin embargo, debemos ser realistas: las posibilidades de que Obama gane la Presidencia de Estados Unidos son cada vez más amplias.

Ello puede tener serias implicaciones para México por dos razones. Primero, por que sin duda Obama buscaría revisar el TLC, lo cual podría “contaminar” toda la relación. Segundo, por que, al menos en la conferencia, la percepción fue que el gobierno mexicano no está listo para negociar con una administración demócrata.

La elección arranca con Obama a la cabeza en las encuestas. El viernes pasado, la de NBC y el Wall Street Journal le dio una ventaja sobre McCain de 47% a 41%; el martes, la de ABC y el Washington Post también lo coloca al frente por seis puntos porcentuales, 48% contra 42%. Para McCain, quizás su mejor opción sería retomar uno de los lemas que le dieron el triunfo a Felipe Calderón en el 2000, y tratar de convencer a los votantes de que “Obama es un peligro para Estados Unidos”.

Obama sabe que la elección está muy lejos de haberse decidido, por lo que está buscando atraer electores independientes y a los que no votaron por él en las primarias, incluyendo a los hispanos. Esto se reflejó en la entrevista que le concedió a Jorge Ramos, el presentador de Univisión, publicada por El Mercurio de Chile el 11 de junio.

Obama sostuvo que las bardas en ciertas zonas de la frontera con México pueden “ayudar a salvar vidas”, reconoció que el consumo de drogas en su país debe disminuir, y se comprometió a impulsar una reforma migratoria integral durante su primer año de gobierno. Sobre todo, insistió en que le daría prioridad a México, ya que quiere “descubrir qué necesitan del otro lado de la frontera para promover el desarrollo económico y la creación de empleos. Más trabajos allá significan menos indocumentados que vienen a Estados Unidos".

El problema es que Obama tiene otras prioridades (“cuando se termine la guerra en Irak podremos volver a enfocar nuestra atención en Latinoamérica”), y que está comprometido a renegociar el TLC. Es indudable que ello contribuiría a profundizar el clima de confrontación entre ambos países. Según el Centro Pew, el porcentaje de mexicanos que tienen una percepción positiva de Estados Unidos cayó de 56% en 2007, a sólo 47% este año; lo más grave, es que 31% cree que el vecino país es nuestro “enemigo”.

Iniciar la próxima etapa de la relación revisando el TLC contaminaría toda la agenda bilateral. A reserva de que el Congreso estadounidense apruebe pronto los recursos para la Iniciativa Mérida en términos “aceptables” para el gobierno y el Congreso mexicanos, cualquier avance en materia de cooperación sobre seguridad podría verse truncado, con la consecuente ventaja adicional para el verdadero enemigo común.

Además, las tensiones que provocaría la renegociación del TLC podrían acabar con la posibilidad de que los intereses de nuestros trabajadores migratorios y sus familias en Estados Unidos recibieran cualquier tipo de consideración especial, como parte de la supuesta reforma migratoria integral a la que Obama se ha “comprometido”.

En la conferencia del Centro Woodrow Wilson, la percepción fue que México no se está preparando para hace frente al probable escenario de una administración encabezada por el Presidente Obama. Por ello, un primer paso consistiría en hacer una evaluación exhaustiva sobre los beneficios del TLC y diseñar una campaña informativa para difundirlos, aquí y allá, como parte de un esfuerzo de comunicación más amplio para mejorar la deteriorada imagen de México en Estados Unidos.

En segundo lugar, es urgente empezar a considerar los aspectos que nosotros quisiéramos revisar del TLC, y definir las “fichas” con las que podríamos negociar. Canadá ya anticipó que usaría sus exportaciones petroleras como moneda de cambio, así que México tendrá que ser muy imaginativo para buscar alternativas, por que ese tema ya está previamente contaminado por la discusión de la reforma propuesta para Pemex.

Por último, deberíamos empezar a conocer mejor al equipo de Obama. Es necesario tender puentes con gente como Austan Goolsbee y Jason Furman, sus principales consejeros económicos; Susan Rice, que se perfila como la posible asesora de Seguridad Nacional; Tony Lake y Richard Holbrooke, quienes podrían ocupar el Departamento de Estado; y con Dan Restrepo, el actual encargado en la campaña de las relaciones con América Latina.

El estratega electoral de Obama, David Axelrod, señaló hace poco que uno de los mayores talentos del candidato demócrata es “distinguir entre aquellas cuestiones que son absolutamente esenciales, y las que son secundarias”. Es una habilidad que deberíamos aprovechar, para que conozca la complejidad de la agenda bilateral, y se convenza de que la relación con México en efecto debe recibir una atención prioritaria.